Volver sobre Charlie Hebdo, cómo no

Voy a insistir un poco sobre lo que escribí antes, y en caliente, sobre la tragedia de Charlie Hebdo. Quizá es cierto que hay otros temas más importantes envueltos, pero si entre esos temas más importantes está el problema de la libertad de expresión, me parece que la libertad de expresión es lo que se puede llamar un campo minado e hiper minado. Me empujaron más en ese momento los problemas de la libertad de expresarse específicamente contra la autoridad, contra el poder, contra la religión, y contra lo que se esté en contra, el problema de dibujar a Mahoma o Alá, y el problema de que lo dibujen sarcásticamente en otro lugar donde no está prohibido dibujarlo.

Entre las primeras respuestas dibujadas y las caricaturas que empezaron a salir en Internet sobre Charlie H, estaban las que hacían la relación gráfica de los fierros contra los lápices. Es decir las AK-47 apuntando a unos lápices o plumas de dibujo. Sobre unos pocos de esos dibujos aquí me refiero. No encontré al principio caricaturas fuertes sobre el ataque, con el mismo estilo fuerte de Charlie Hebdo. Lo más probable es que hayan salido inmediatamente, aunque yo las he visto en los días siguientes.

Varias de esas primeras caricaturas, dibujos y opiniones gráficas trabajaban sobre la imagen de base de los fierros contra los lápices, por lo cual le di ese título a la nota anterior (https://dibujaryescribir.wordpress.com/2015/01/08/) porque me pareció que daban con el problema, sin contar con que muy pronto se iba a tornar enredadísimo. En algún momento me di cuenta de que no se puede sacar provecho de un crimen, y esa precisamente es una de las cuestiones discutidas y oscuras del asunto. Pero para poder aprovechar todo esto, según mi perspectiva, había que tener algo de poder, poder para poner tu opinión y hacerla circular e influir con ella, o poder para colarse y salir en la foto.

Por esa razón fue casi automático que, al ver a Benjamin Netanyahu y Nicolas Zarcozy entre los que encabezaron la marcha de París, aparecieran memes con el subtítulo “je suis hypocrite” o “je suis assasin”, apuntando con toda razón al menos a tres de ellos.

En esos días, cuando todo estaba ocupado por la tragedia de Charlie H, escuché en Radio Nacional Argentina una entrevista de Carlos Polimeni a Eduardo Febbro, quien pensaba que no eran lo mismo esos poderosos premieres que las personas, la multitud que levantó el “Je suis Charlie” y que, en su opinión, impidieron de ese modo un posible “yo odio a los musulmanes” u otra idea de control o medidas de emergencia que quizá los premieres pudieran ejecutar.

O sea, esa multitud salió de sus casas no para pedir más control ni más castigo, sino por la libertad de expresarse, decía Febbro. Puede ser que tenga razón, es un hombre lúcido y además conoce el terreno, ¿pero cómo saberlo? No se trata de encontrar la verdad, sino al menos de no mentirse uno mismo. Si nos mienten, no por eso uno tiene que seguir mintiéndose a sí mismo. La cuestión es metafísica, o sea ética.

Acudo a un expediente antiguo: los hechos quedan cubiertos de opiniones, válidas por supuesto, pero las imágenes pueden tener un poco más de confiabilidad. ¿Por qué? No tanto porque al menos significan un trabajo, aunque igual es una razón, sino porque una opinión gráfica es un trabajo con un lenguaje, y en ese difícil lenguaje las reconocemos más o menos certeras, sinceras, inteligentes o talentosas.

No me refiero a cualquier imagen, o a las demás imágenes sino a los dibujos hechos por dibujantes, caricaturistas, ilustradoras, la gente directamente afectada, que habla el mismo lenguaje que los hombres de Charlie Hebdo. Gente de la tribu, como dijo Joe Sacco, que respondió con una historieta de una página. Se hicieron muchas críticas a Sacco, de que esta vez ha sido conservador y temeroso, yo todavía no sé quién andaba más encaminado y quién no, por lo cual ya puedo ser un cobarde también.

Responder con dibujos, responder por qué no está bien asesinar a un caricaturista, de cualquier estilo o idea, incluso que fuera fascista.

Atribuido a Banksi por error

Entre las imágenes basadas en la contraposición “fierros contra lápices”, estaba la que usaba un globo que decía “he drew first”. Estaba también la que figuraba el asunto como el avión contra las dos torres, representadas por dos lápices gigantes, que es inteligente pero muy evidente en su apología a un occidente democrático atacado. En lo de acá cerca, el dibujo de Malaimagen también está basado en esta contraposición, lo que viene a comprobar que se trata de una idea en el aire.

Hubo una imagen que al principio se atribuyó a Banksi, pero que es de la diseñadora Lucille Clerc según se supo después. Una imagen en tres tiempos: ayer un lápiz impecable, hoy el lápiz partido en dos, destrozado, mañana del vientre cortado sale otra punta, y quedan dos lápices chicos, prestos al trabajo. Un amigo puso la foto en su facebook, donde aparecían solamente el today y el tomorrow y yo en principio la tomé como la imagen completa. Esos dos momentos son elocuentes, dan un sentido fuerte, y tienen dignidad ética. Quizá su elocuencia esté en que la AK-47 está fuera de cuadro, pero presente por su agresión. Y por estar fuera de cuadro, se agranda a puño, tanque, tortura, cuarteles secretos, Guantánamo, quemas de imprentas, exilio, en fin violencia explícita que quebró y sigue quebrando lápices, cabezas y cuerpos. Y es obvio que no es exclusiva de yihadistas. En esto es indudable que la imagen habla de la libertad de expresión en general, no solamente la de los humoristas y dibujantes.

Iustración original de Lucille Clerc

Pero el dibujo completo, con el “yesterday” en primer término, representado como el mismo lápiz en estado impecable, se diluye un poco. Qué quiere que le diga, la imagen y la idea pierden potencia, pierden política y poesía. Ese “yesterday” tan lindo no es cierto allá ni menos acá. Sólo podría pensar que en el caso particular de los dibujantes de Charlie pueda ser cierto, porque hacían lo que querían, presumiblemente sin trabas, y si es así entonces ellos tenían (tienen) ese lápiz en estado de lujo, si se quiere.

Pero desde acá, desde Chile, no puedo ver ese ayer íntegro y limpio de otro modo que como una propaganda autocomplaciente. Un autoengaño de ellos mismos, quizá inconciente pero complaciente. Todo lo inconciente y no premeditado que se quiera, pero una propaganda. Y no me entra, se lo digo de verdad, porque si me lo creo me engaño. A la hora de sentirme identificado ese primer lápiz tan lindo me aparta.

El único argumento que puedo darles es que la imagen completa de Lucille Clerc representa, simboliza, alude a un gran ayer de libertades expresivas, y al hacerlo la secuencia se transforma en una apología de “Occidente”, un poco lejos del pensamiento y el ánimo anarco y urticariante de las caricaturas de Charlie contra el mismo occidente.

Pero adquiere claridad si le saco ese “yesterday” lindo, y dejo solamente el today y el tomorrow, que hacen mucho más sentido.

¿Sentido de qué? De lo que fue este asesinato, de lo que nos ha choqueado, y de lo que significa para el lenguaje del humorismo político, para la sátira fuerte. Es decir, que matar a caricaturistas es el extremo de la represión, y que la represión es también cárcel, tortura, requisamientos, extorsiones, y marginación económica, geográfica, política. Que además la agresión e incluso el asesinato contra gente desarmada continúa como práctica policial en países de aquel occidente contra los emigrantes o contra los “otros” de ellos, incluso sin necesidad de que se estén expresando.

«Los caricaturas del diario Haaretz de Israel sacan un dibujo Yo soy Charlie’ pero abajo también ponen yo soy Gaza. ‘Diez periodistas murieron en el ataque a Charlie H, pero 13 periodistas murieron durante el ataque que hicimos nosotros en la franja de Gaza’. Esto les valió una crítica feroz de algunos sectores de Israel. Entonces la vida humana no tiene el mismo valor. ¿No hay que usar la misma vara?” (Atilio Borón: “Acá hay gato encerrado” http://www.radionacional.com.ar/?p=42693)

Usé el presupuesto de que en medio de las opiniones y columnas que ha generado, me interesan más las caricaturas y dibujos. Caricaturistas las víctimas, comecuras y anarcos, que se definían contra los poderosos, contra las religiones. Por más vulgares que fueran, y no lo son tanto, ellos no se lo buscaron ni se lo merecían.

A partir del Perú

Otros trabajos que mueven a decir algo, no tanto sobre sus coincidencias o diferencias, sino en especial sobre las líneas que van marcando en las historietas de Suramérica.

Portada de Novísima Corónica… de Miguel Det, Editorial Contracultura, Perú, 2011
Portada de Novísima Corónica… de Miguel Det, Editorial Contracultura, Perú, 2011

“Dedicado a todos los gobiernos de turno, mi odio eterno”, dice Miguel Det en el prólogo a su Novísima Corónica y mal gobierno, obra inspirada en El Primer nueva corónica y buen gobierno, de Guamán Poma de Ayala, que en la mayor parte de sus páginas hace una crítica muy documentada pero también visceral de la reciente historia política del Perú y la mentalidad de sus grupos dominantes. Había hablado antes de la narrativa dibujada peruana apropósito de Rupay de Jesús Cossio, comentando que después de la lectura no quedaba otra cosa que hacer sino hablar de ella, mismo para exorcizarla, si se puede confesar, y reconocer un fantasma de pesadumbre, que es el deseo frustrado de escapar hacia la ensoñación estética de escaparse, el deseo de lavar el alma o tranquilizar la conciencia sin que haya cuestionamientos reales en uno mismo, deseo el cual, frustrado, se vuelve y reacciona. Pues La nueva Corónica, así como Rupay o Barbarie, y otras obras de humor gráfico de la misma procedencia peruana que he podido leer no nos facilitan ese tipo de escape.

No quiero decir que sean obras que se sumen a un miserabilismo que conocemos en la literatura o el cine, y también en algunos cómics desde décadas atrás, porque me parece que se trata de proposiciones nuevas, inspiradas en parte en la tendencia del cómic documental, en Cossio; en la reactualización de documentos de lucidez del pasado, en el caso de Miguel Det respecto a la obra de Guamán Poma, o en la profunda sabiduría del humor, en el caso de Juan Acevedo y su personaje El Cuy. Si aplicáramos la idea de consuelo metafísico expuesta por Nietszche apropósito de la tragedia griega anterior a Eurípides, pero sobre todo, si no me equivoco, respecto a cierta música, que enfrentaban sin mentiras la realidad de la tragedia humana, pero brindando —quizá por la misma humanidad que las hizo posibles— la posibilidad de elevación hacia una comprensión más profunda y más abierta, diría yo que nos hallamos acá llevados no tanto a un flujo emocional o estético que nos transporte, sino al dilema de pensar en la posibilidad de una existencia mejor, una existencia más verdadera, a condición de no olvidar.

Página de Novísima Corónica. De: http://ciudadanopop.blogspot.com
Página de Novísima Corónica.
http://ciudadanopop.blogspot.com

¿Se trata de denuncia? me parece que no, ¿protesta?, tampoco. Pienso que esas tendencias, que como sabemos irrumpieron como tales y explícitamente desde más o menos los fines de los años 60, implicaban, en su fondo, la apelación a una especie de árbitro de lo humano y de la humanidad que acogiera la denuncia; pero ya que en términos reales se entendía en las obras más interesantes que tales entidades, en el caso de existir, no operaban mucho en este sentido, la denuncia apelaba a la conciencia del mismo lector, y desde allí al pueblo, a los ciudadanos. Pienso por ejemplo en Rius, respecto al humorismo, que llega a este tipo de posturas sin grandes cambios formales en relación a su tradición inmediatamente anterior, debido a la natural e histórica cercanía del humorismo gráfico con la contingencia y los temas de la política. La narración de relatos y aventuras, por el otro lado, había explorado ya antes sus caminos por la vía que también le era natural, es decir la invención de historias que eran metáforas o alegorías del acá, y fue Oesterheld indudablemente el que abrió el camino, con anticipaciones de un genio ya maduro. Sin pretender en lo mínimo ser un conocedor de la obra este admirable guionista, diría que él hizo un trabajo distinto con los elementos del relato cambiando sorpresivamente los lugares de los “buenos” y los “malos”, atribuyendo humanidad a todos, y por consecuencia “alejando” o más bien descarnando los problemas centrales: la maldad, la miseria, el poder, para hacérnoslos sentir en su existencia real, porque en efecto esos problemas son invisibles, indibujables. No había que figurarlos en personajes, sino hacer que los reconociéramos en su presencia indudable.

Rius: la idea total
Rius: la idea total

Quizá pueda decirse que “hacer o crear conciencia”, era y sigue siendo una palabra clave para los autores de estas tendencias, o también, en intentos menos radicales, el ánimo de entrelazar reflexión y entretención. En ambos casos hay una intención didáctica muy propia del ánimo político, que llevó a Rius a concebir el conocido Marx para principiantes, con el cual inició toda una idea y un nuevo modo de narración dibujada y gráfica. Lo didáctico, para dar otro ejemplo, se hizo cada vez más importante hacia los últimos números de la revista chilena La Chiva donde los personajes explicaban hechos o asuntos como la producción, la circulación monetaria, la dependencia y sus cambios desde la época colonial a la entonces presente. Esa línea siguió en su continuadora La firme, pero diría yo que retrocedió (¿dialécticamente?) debido a la personificación de los “malos”, probablemente por la urgencia de explicar el sabotaje económico y el desabastecimiento, problemas que eran padecidos por nosotros durante el gobierno de Allende, y que había que explicar en caliente. ¿Qué diríamos hoy respecto a la necesidad de exponer e incluso de explicar didácticamente el problema del poder de los grandes medios de comunicación en Latinoamérica?, pues lo didáctico no ha perdido su valor ni su pertinencia, aunque ya no lo podemos sentir del mismo modo hoy día. En esto vemos la retoma de conciencia política despertada en las historietas del Perú, y seguramente en historietas de otros países (las cuales no he podido conocer todavía), que nos hacen llegar a estos cuestionamientos.

En aquellas historietas anteriores, dicho como hipótesis, me parece que entre la apelación al lector individual y a la colectividad, se confiaba en la existencia de la “opinión pública”, y se trabajaba en ese sentido para formar nueva masa crítica, distinta de la formada por la tradición capitalista. Esa índole de lucha o debate se jugaba entre las oposiciones marcadas sobre los hechos coyunturales o culturales, izquierda-derecha, dominados-dominante, verdad-engaño, y en el didactismo. Quizá la opinión pública era en ese tiempo todavía el tribunal justo de la historia, pero más probable y demostrablemente es que su importancia estuviera relacionada estrechamente a la masividad de las publicaciones de entonces, dato que hace una gran diferencia con los casos actuales que estamos citando.

En Jesús Cossio y en Miguel Det, y en tantos de nosotros, no hay obviamente apelación a un abstracto tribunal de lo humano, sino al pueblo y a los ciudadanos directamente, pero sin pasar por la figura de la opinión pública, porque en los hechos reales las dificultades de distribución y circulación impiden la llegada a un número amplio de público, y porque hay suficientes muestras de que ella está capturada hace tiempo por los grandes medios de comunicación, de un modo patente y nuevo y abrumador desde la entrada del neoliberalismo.

Barbarie, de Jeús Cossio, Editorial Contracultura, Perú, 2010. http://comicperu.wordpress.com
Barbarie, de Jeús Cossio, Editorial Contracultura, Perú, 2010.
http://comicperu.wordpress.com

Es la conciencia de que los jueces institucionales reales, los antiguos garantes de la civilización, no fueron ni son garantes más que de su propia propiedad privada, y de lo que desafortunadamente en los hechos ha sido su propiedad pública. Pero no se trata de enseñarlo a quienes no lo supieran, sino de enseñarlo en el sentido de mostrarlo, citando a esos “garantes” en sus propias palabras y sobre todo describiendo sus actos, con un equilibrio que es admirable en Cossio, y con una crítica directa en Miguel Det. En este sentido, Rupay y Barbarie no parecen hechas para formar opinión pública, sino para “tocar” al pueblo campesino devastado inenarrablemente por la guerra entre el Estado peruano y el Sendero Luminoso. “Tocar” es asistir a lo que nadie quiere asistir, mostrar lo que ha sido, abrazarse a ellos, los campesinos, tarea que corresponde al arte. La Nueva Corónica y mal gobierno habla desde el principio con una conciencia dolorida por los hechos consumados en la sociedad peruana, que quedan bastante claros para quienes no los sabíamos, y expone por cierto una lectura orientada, lo cual supone un riesgo, porque es cierto que en general los lectores, para bien y para mal, no queremos ser orientados.

Rocha, Tierra en Trance, Brasil, 1967
Rocha, Tierra en Trance, Brasil, 1967

Si Glauber Rocha en su no fácil película Terra em trance, veía al Brasil, según mi lectura, precisamente en el movimiento del trance, movimiento tan difícil de entender, tan enajenador, quizá nosotros, historietistas suramericanos que cargamos a nuestro pesar una conciencia dolorida, ¿pues quién diría que se trata de conciencias positivas?, estemos también, querámoslo o no, en el trance hacia alguna parte que, en este caso, los peruanos nos muestran que va en o hacia la crítica de la Historia, hacia la crítica del olvido, como una trabajo por hacer, necesario, nada fácil, nada de moda.

Pues hay que remarcar esto tantas veces dicho, que la cultura universal, en cualquier caso y si es que existe, se hace de las voces auténticas, y estamos en Sudamérica, en el Paraguay, en el Perú, en mi Bolivia amada, en Uruguay, en Ecuador, al fin en Chile, en Argentina, y aunque nombrar a todos me dejará en la mira burlona del sardónico, lo concluyo como niño de la escuela: en Colombia, en Venezuela, en el Brasil desconocido, en la América Central, en las islas, en México. Los lazos no se deben tanto al antiimperialismo, sino precisamente a una Historia de experiencias similares, que nos dan contenidos sobre los cuales debería ser lógico hablar. El asunto es, quizá, desde qué narrador se aborda ahora la Historia. Hay relatos que ya conocemos bien como parciales, intencionados, en fin, pero ¿quiénes somos los que ahora narramos? ¿Se necesitan formas de relato o dibujos nuevos, o es más sutil el problema? Muchas preguntas sobre la cuales es preciso pensar.

Qué ganas de que nosotros fuéramos nuestros mutuos lectores, qué mercado más que suficiente haríamos, qué ganas de ser independientes. Pero si a nadie se le da la breva pelada en la boca, tampoco a nosotros, menos sobre lenguajes cuya universalidad sigue siendo en gran parte y por la fuerza de los hechos propiedad privada, o si se quiere, marca registrada. Tenemos ya estas obras que todavía no pueden contar con llegar suficientemente bien a su público, pero que no podemos menos que hacer y leer.

Gracias a Christiano G. por prestarme La Novísima Corónica, y a Carlos Reyes antes por prestarme Rupay, y a Jesús por Barbarie. Recomiendo también: http://elcuytv.lamula.pe/

Saludos a todos