Lectura de ‘Caricaturas de ayer y hoy’ de Luisa Ulibarri (Chile, 1972)

El libro de la periodista Luisa Ulibarri es la primera o está entre las primeras investigaciones sobre el humor gráfico chileno en ser publicadas. Su trabajo de investigación probablemente fue paralelo al de la Pequeña Historia de la Historieta de José Pérez Cartes, también periodista, a la que ya dedicamos una lectura. Caricaturas de ayer y hoy es el número 28 de la Colección de Quimantú Nosotros los chilenos, lo que significa una pertenencia y una ubicación.[1] También conlleva un modo de escritura.

Tal como la definía una de sus propagandas publicitarias, esta colección ‘es un testimonio de cómo somos, vivimos y trabajamos. Es también la historia recontada y, en sus pequeños volúmenes encontramos variadísimos aspectos de nuestras tradiciones y cultura, relatados en forma sencilla y amena para trabajadores y estudiantes, en libros cuidadosamente ilustrados.’ (de: Memoria Chilena).

Por los datos de la edición podemos saber que: “La autora, de 23 años, estudió periodismo en la Universidad Católica. Ha trabajado en los semanarios Ercilla y Ahora y también es autora de algunos Así trabajo yo en Nosotros los chilenos.” Editorial Nacional Quimantú, 16 de noviembre de 1972.

En el libro, Luisa Ulibarri ofrece una revisión breve o resumida de las caricaturas chilenas, que también llama dibujo humorístico chileno, enfocando tres momentos importantes del pasado, para después abordar su tiempo contemporáneo, que es el del gobierno de Salvador Allende. Estas etapas son: la primera prensa satírica del siglo 19, que inicia en 1859 y llega hasta 1902, luego la aparición de la prensa modernizada desde 1902 en adelante, y en tercer lugar el período de la revista Topaze, de 1932 a 1970. Para describir el panorama de 1972, recurre a una serie de entrevistas a humoristas gráficos que están publicando en diarios y revistas.

Ulibarri no se propone escribir una historia exhaustiva, con rastreo de autores y publicaciones, sino que –lo deducimos de sus palabras– analizar a través de la documentación y de sus entrevistas, las relaciones de las caricaturas con los procesos históricos del país y con el periodismo chileno. En relación a estos procesos, ¿dónde se localizan o se encuentran actuando los monos chilenos, o quizá mejor sea decir en cuáles escenarios son dibujados? ¿Con quiénes se han identificado o en qué veredas se ubicaron? ¿Qué lugar han tenido en la prensa, y cuáles son las experiencias y percepciones de los dibujantes sobre su actividad? También está la preocupación por la situación desmedrada de los monos chilenos en la propia prensa chilena, que comparte con José Pérez Cartes.

No digo que esta estructura temática sea la que se planteó Ulibarri, sino una que puede inferirse de la lectura, en los puntos de interés recurrentes. Aunque se origina en una tesis,[2] el libro no está escrito para examinadores o especialistas, sino en lenguaje de habla cotidiana, correspondiente al ánimo de la Colección Nosotros los chilenos, un libro bien diseñado que ayuda al público chileno a conocer mejor un medio popular hecho en Chile, lo que parece redundancia, pero no lo era ni lo es hoy día. Se inicia, a modo de prefacio, con el relato de la creación de Condorito, [en rigor con una de sus versiones contadas por René Ríos][3]. Pepo dice que quedó picado con Disney, que en su película Saludos Amigos [1942] representó a Chile con Pedro el avioncito, “figura tierna, pero muy poco humana”, mientras en cambio a Brasil y México les había inventado personajes más atractivos. Tiene que ver con la reivindicación de las historietas chilenas contra el dominio estadounidense, como se verá en la entrevista a Pepo más adelante. Es interesante que este relato sea acogido por todo el espectro ideológico, aquí por la izquierda.


(imagen 2) p.6-7. Introducción, con los personajes Don Inocencio y Artemio. Fuente: libros.uchile.cl. Creative Commons (CC).

Al prefacio le sigue la introducción, donde Ulibarri plantea una visión del “estado de ser” de los monitos, o sea de los personajes, y seguidamente el lugar subrogado de la caricatura y de los caricaturistas en la misma prensa chilena, una disparidad del campo periodístico.

Este libro tiene que ser en broma, piensa uno cuando decide meterse en el mundo de los chistes y de las caricaturas chilenas, dicho de otra manera, el mundo del dibujo humorístico chileno (…) es difícil imaginarse a estos monos … posando de intelectuales graves, filosofando sobre su existencia o, digamos, analizando desde una perspectiva histórica su relación con el periodismo chileno.

[Pero los dibujantes chilenos, según las entrevistas y la poca bibliografía que hay sobre ellos] son tipos tristes, apagados, modestos, taciturnos, quitados de bulla y poco dados a la publicidad. Debe ser, en parte, porque en pocas oportunidades el dibujante ha sido un personaje dentro de la historia del periodismo chileno. A pesar de su importante contribución a ‘tan noble causa’ (la industria periodística), recién se está tomando en cuenta como se merece el dibujo en las publicaciones periodísticas. (p.7)

El hilo temático sobre los dibujantes continúa en el capítulo 1, con referencias a Antonio Smith y Benito Basterrica. La primera mención viene de un comentario interesante sobre la forma y la técnica del dibujo.

Revisando las primeras revistas de caricaturas chilenas, se puede ver que sus dibujos tienen poco y nada de parentesco con lo que hoy es el dibujo humorístico. Eran litografías hechas primero a pluma, en las que se daba extraordinaria importancia a la reproducción fiel del cuerpo humano. Son verdaderos grabados en los que personajes, situaciones y ambientes tienen mucha semejanza con la realidad. Hay que recordar que tanto [Antonio] Smith como un segundo importante caricaturista chileno, Benito Basterrica, eran la hornada más joven egresada de la Escuela de Bellas Artes. (p.16)

(imagen 3) p.22 “Actitud de Antofagasta”. Estilo de las caricaturas del s.19, figura humana realista y técnica litográfica. /libros.uchile.cl (CC).

Smith, gran dibujante y pintor, es reconocido como nuestro primer caricaturista, ingenioso, bohemio, liberal, ardiente defensor de la revolución de 1859, y que con sus monitos molestó al poder. [Puede pensarse que lo que molestaba en esos años era este nuevo y raro artefacto comunicativo-expresivo de la caricatura, en la cual Smith participa para después dedicarse a la pintura. Ahora bien, el devenir e importancia de Antonio Smith en la cultura chilena estará de acuerdo a su buena posición social, que le permite ser invitado a tomar el té con el presidente Montt, o más importante, le permite rebelarse contra la incipiente Institución artística, independizarse de ella y no morirse de hambre ni quedar en el olvido total, sino al contrario aportar significativamente a la historia de la plástica chilena]. Ulibarri, por alguna razón, ocupa buenas líneas en Basterrica. Y aunque son investigadores posteriores, como Jorge Montealegre, los que nos permiten conocer su origen y ubicación social, es interesante lo que ella dice de él:

Benito Basterrica, nacido en 1835, permanecía en la oscuridad del anonimato. No firmaba sus creaciones, y por algo era el director de la revista [La Linterna del Diablo] el responsable de los efectos … El lápiz de Basterrica causaba polémica, y sin duda tuvieron que ver sus dibujos con el movimiento insurreccional que estalló el 8 de diciembre de 1856 (sic) en la Asamblea Constituyente. “Preparándose para la lucha” se llamaba una caricatura que muestra a don Manuel Montt provisto de mazos y leyendo una lista de saqueos que se apresta a realizar. (p.18)

Basterrica era crítico político en la caricatura. Ilustró en El Correo, La Linterna, El Charivari, La Campana, El Mefistófeles, El Padre Cobos, José Peluca, El Padre Padilla, El Ferrocarrilito y Diójenes. Casi nada. Un perfil le bastaba a su lápiz para trazar el epigrama que hacía reír a carcajadas. También sus cuadros serios merecieron premio de la Academia. Porque el caricaturista de entonces no se bastaba con su trabajo de tal. Su meta era la pintura. Los caricaturistas sentían un poco ese complejo frente al arte con mayúsculas, y no se contentaban con su rol de críticos de los acontecimientos diarios. (p.18-19)

(imagen 4) 4 p.8-9 “En aquellos días” /libros.uchile.cl (CC).

El capítulo 1, “En aquellos días”, se ocupa de la primera prensa satírica chilena, donde ni por las damas hubo respeto, la cual se inaugura en 1859 con El Correo Literario, y se multiplicará en un centenar de pasquines que llegan hasta 1902, “año en que se cierra la etapa de la historia de la caricatura inserta en un periodismo rudimentario, un periodismo que casi no se le considera en la historia de esta profesión.” Sobre aquella prensa, Luisa Ulibarri comienza con la anécdota del dibujo de Santiago Pulgar “Don Pedro Montt al piano” (p.8-9) un dibujo que solamente graficó ciertos rumores sociales del momento, pero le significó una gran paliza al cuerpo del autor, y la quema de la edición de La Comedia Humana, el periódico en cuestión. Sin embargo, como decíamos antes, Ulibarri no está proponiendo la censura como tema central. La menciona por supuesto en momentos salientes, por ejemplo el intento de Manuel Montt de persuadir a Antonio Smith, con aquella invitación a la hora del té, para que no continuara con “esos monos tan groseros” que hacía para El Correo Literario. También las maniobras para alejar a Armando Hinojosa, en la primera década del 1900, “regalándole uno de esos pasaportes fantásticos del tiempo antiguo: ‘Inspector de Consulados en Europa’ “, logrando que su revista Sin Sal muriera para siempre. Suma como tercer caso la famosa requisa y quema del nº 285 de Topaze, en enero de 1938. Pero lo que ella sigue en este sentido no son los golpes de la censura ejecutados por el poder, sino las molestias y hasta los impactos que la caricatura chilena logró propinarle al poder. Pues de esta prensa le interesa la que fue liberal, o progresista anti conservadora y anti clerical, y solo menciona a José Peluca entre los títulos conservadores u oficialistas, pues de hecho la proporción fue menor.

(imagen 5) p.27. Caricatura de “Cucho Edwars” en Sin Sal. /libros.uchile.cl (CC).

Dice Ulibarri que, si en el siglo 19 hubo cosas buenas en el legado de los decenios de Prieto, Bulnes, Montt y Pérez, como la democracia, la madurez cívica o las leyes, por otra parte los vicios como la demagogia, el bla-bla, los arreglines para beneficios personales, y la opresión a las grandes masas se habían acumulado lo bastante para que se inventara un periodismo lejano al oficial, que toma a los poderosos a la chacota, que aplica el principio de corregir riendo, y para ello usó la caricatura.

Entre 1858 y 1900 se publicaron cerca de un centenar de revistas (o diarios, porque eran cuatro hojas de papel, muy ilustradas y a gran formato) que acunaron el dibujo político chileno. La caricatura nació en Chile muy ligada a la política de pasillos. Su fuerte fueron los hombres públicos y sus mujeres, que a la larga convertía en públicas. La cosa era sacar al sol los trapos de las intenciones ocultas de los hombres que movieron el tinglado de la política. (p.10)

A partir de 1902, [con la prensa modernizada] la pluma del dibujante comienza a desviarse por otros caminos que no son precisamente los de la observación política, del chiste y la crítica inmediata a nuestros gobiernos. Son caminos que llegan a la observación de la vida diaria, a la representación de costumbres y tipos populares y aristocráticos chilenos. Aparece también el chiste de mera diversión … Influido por el avance del periodismo europeo, de las nuevas técnicas, el nuestro se moderniza. Toma como fuente de inspiración todo lo que sea foráneo. va desapareciendo la pobreza inicial en los medios materiales, pero la imaginación se traslada al viejo continente. Si es importada, mejor. (p.24)

Es importante la percepción de que, con la modernización tecnológica y profesional, lo que cambió sin vuelta atrás no fueron nada más que los formatos sino la idea, o si se quiere el concepto de la prensa. Esa nueva idea era la de la elite que la gestionaba, y pasó a ocupar todo el campo de la prensa [pues el capital involucrado hacía imposibles la continuidad para la prensa progresista]. Es consecuente la variación complaciente de la caricatura en esta nueva prensa ilustrada, y de la historieta que comienza en ella, como bien se da cuenta Ulibarri. [La caricatura política continúa, pero ya no es confrontacional sino conformista. Como sea, se puede ver que la crítica al europeísmo o a lo foráneo, y la defensa cultural anti-imperialista en 1972, es ambivalente o al final demasiado fácil de apropiar por los rivales, pues también es usada por la derecha nacionalista contra las ideas de la izquierda.]

En el capítulo 2, “Los años de Von Pilsener”, cita el recuerdo de Jorge Délano en su [privilegiada] visita infantil a la sala de los dibujantes en las oficinas de la Revista Zig Zag, en la calle Teatinos 666, donde enumera y describe a la primera generación de ilustradores y caricaturistas de la nueva prensa, Julio Bozo ‘Moustache’, Foradori, Zorzi, León Bazin, Pedro Subercaseaux ‘Lustig’.

Las evocaciones de Coke corresponden al mundo en el que se desenvolvieron los primeros capítulos de la caricatura chilena de este siglo. Los progresos del arte tipográfico habían contribuido a que el público se pusiera más exigente y no se conformara con la presentación de los antiguos periódicos. Surgió Sucesos en Vaparaíso [1902], revista de corte europeo que publicaba la caricatura de personajes de actualidad, y junto a ella, La Comedia Humana [1904], con una galería de retratos políticos. Ese mismo año se fundó Sin-Sal. Escribía allí el más celebrado de de los antiguos humoristas: Armando Hinojosa … En Sin Sal [parodia a Zig-Zag] los dibujos le dieron duro a Agustín Edwars.(p.26) [Al final, el gobierno terminó regalándole uno de esos pasaportes fantásticos que ya citamos.]

…”Es el mundo que deslumbra y el que reflejan las páginas de zig-Zag. Sobresalen caricaturistas de la high-life Êdmundo Searle, Eguren Larrea, Walter Barbier “Tom”, Raúl Simón. Con la aparición de diarios como La Nación y El Diario Ilustrado, entra la tira cómica, como Von Pilsener.”

Así como en la época comprendida entre 1858 y 1900 el caricaturista fue un hombre de avanzada, cuyas geniales críticas siempre se dejaban caer sobre hombres públicos de nuestra más rancia aristocracia, este período de los adelantos técnicos del periodismo dio a luz dibujantes de posiciones más bien reaccionarias. El dibujo es reflejo de lo que la alta burguesía de entonces vive, dice y piensa. el pueblo humildemente aparece caricaturizado en los cuentos y crónicas sobre mendigos y pobreza. (p.28).

Sobre Von Pilsener, dice …”El aire de ingenuidad y candor no se lo despinta nadie. Pero Von Pilsener es de esos afuerinos que se meten muy a fondo en nuestra realidad y saben sacarle el jugo y criticarla … [en Viña del Mar] se da todos los gustos de un buen burguesito made in chile de la época, y le pasan chascos, y ahí se desliza el mensaje, pero ¡qué importa! si Von Pilsener es alemán.” (p.28).

Desde este punto Ulibarri comienza a integrar, en la revisión diacrónica, entrevistas y comentarios sobre los trabajos de los caricaturistas, con una observación más bien crítica sobre Moustache (p.31-32), y la entrevista a Edmundo Searle ‘Mundo’ (pp. 32-34) “Tiene cerca de ochenta años pero representa sesenta. Imagínese usted todo un gentleman de ojos azules, cabeza canosa que alguna vez fue rubia, pañuelo escocés al cuello y una copa de oporto en la mano: ‘Ya ahora mis cuadros solo los vendo en el extranjero. En este país un artista se muere de hambre. Un verdadero artista como yo … Yo nací en Valparaíso. Mi padre era comerciante de elevada situación. Agente salitrero.” (p.32-34)

(Imagen 6) p.34-35. Dibujo de Edmundo Searle “The Casino at Deauville” con el pie “Caballeros de la banca. Jugadores profesionales”. Y fotografía de Coke en su taller, año 1911. Fuente: libros.uchile.cl (CC).

Jorge Délano, Coke (pp. 34-42), dice: ’Cuando decidí ser dibujante, me retiré del grupo familiar. Mi actividad era para ellos denigrante.’ (p.35). Coke significa una época de la caricatura chilena y una época política y cultural del país. Ulibarri recorre su carrera, desde las anécdotas estudiantiles, la creación y trayectoria de la revista Topaze, la más exitosa e influyente de su género, la requisa del nº 285, la creación del personaje dibujado Juan Verdejo, el reconocimiento que le hacen figuras públicas, hasta el semillero de nuevas generaciones formadas en Topaze. Pero junto a la admiración y respeto por su genio, Ulibarri menciona entre medio su anticomunismo ‘acérrimo’, originado en el período de la primera guerra mundial, cuando Coke se integró entre los fundadores del diario La Nación (1917).

Sus caricaturas siempre tendían a mostrar ‘el monstruo del comunismo’ que aplastaba a los países de Rumania, Checoslovaquia, Albania, China y Hungría. Coke descalificó con su pluma a un hombre clave de la clase obrera chilena: Luis Emilio Recabarren. Haciéndose eco de los intereses que guiaban a los dueños de las empresas periodísticas, los dibujantes no tomaron partido a favor de la clase trabajadora. En este período se producen acontecimientos importantes en el desarrollo del movimiento obrero, que el periodismo oficial desconoció. Y los dibujantes oficiales, encargados de ilustrar la página política de los diarios y revistas, apoyaron el orden establecido, a pesar de que, según su propia definición, ‘la caricatura es para pegar, y no para alabar.’ Una excepción la constituye Enrique Cornejo, Penike. (p.36, 37)

Este capítulo ensombreció la vida de Coke, porque allí el dibujante dejó atrás su ingenio, al estar cargado de odiosidad contra una idea política. (p.37)

(imagen 7) p.50-51 Entrevista y dibujos de Pepo. /libros.uchile.cl (CC).

Las vidas de Pepo (pp.45-54). El autor habla de sus comienzos, su carrera, sus ideas, sus personajes. Se formó en Topaze, pero fue un dibujante político “un poco a la fuerza”, que encontró su mundo y su fortuna con Condorito (1949)de humor blanco, y que, como sabemos, quería representar al chileno medio. [Demás decir que el autor y su personaje tienen, especialmente en los últimos dos decenios, una abundante y detallada bibliografía, por lo cual solamente cito la orientación a la defensa de la historieta chilena, en la parte final de la entrevista.] Allí Ulibarri dice:

Uno de los principales méritos de Pepo al crear este personaje, fue el de dejar un símbolo, y al mismo tiempo, un símbolo que reivindicó a la historieta chilena, en un momento en que se venía encima el aluvión del comic norteamericano. [Hasta ese momento] la tira cómica importada no había invadido, con tanta fuerza como ahora a los medios de comunicación masiva. (p.52)

Sin embargo, agrega, en esos años los monitos chilenos ya eran muy escasos, una, porque a los editores “les convenía mucho más pescar un par de tijeras y recortar las series extranjeras para reproducirlas, antes que pagarle a un dibujante”, la otra, porque en el país todavía no se entendía la penetración ideológica de estos monitos, “se les consideraba entretenidos y punto, y la entretención venía de afuera, y metía escalas de valores, pautas de conducta y normas muy ajenas a las nuestras.” (p.52)

En 1955 ya un grupo de dibujantes chilenos reaccionaba frente a esto, y sin meterse en consideraciones de tipo político ni sociológico, se lanzaron en una labor de Quijotes … La Sociedad Historietas Ltda. editó un libro en el que Pepo, Lugoze, Alhué, Abel Roma y Gordon. Los personajes eran Viborita, Perejil, Homobono y Macabeo. (p.52)

En un editorial publicado en Clarín, al día siguiente de la aparición del libro de historietas, se leía: ‘Desde los tiempos coloniales, la gente chilena consideró lo importado como el non plus ultra de la perfección. Pero existe un patrimonio nacional que no es industria: nuestra inteligencia y malicia criollas, condiciones que se han observado en un grupo de seis dibujantes de tiras cómicas chilenas.

Desgraciadamente la loable iniciativa tuvo corta vida … Historietas Ltda. murió al poco tiempo, y lo que se sembró allí no alcanzó a dar muchos frutos. Pruebas al canto las da el 80% de la prensa que circula en nuestro país, y que luce en su página ‘de diversión’ hasta ocho tiras cómicas importadas. Constituyen la excepción aquellos monos y dibujos de fabricación casera, de cuyos autores hablaremos más adelante. (p.54)

(imagen 8) p.53,54. Tiras cómicas de la Sociedad Historietas Ltda., de 1955. Macabeo, de Leo; Perejil, de Lugoze, y Homobono, de Alhué. /libros.uchile.cl (CC).

Hoy, plantea Ulibarri, el humor ya no es de los pasillos de La Moneda, es social, intelectual, absurdo, filosófico, político-dialéctico. Surge la necesidad de darle un sentido más profundo, y que el lector complete la caricatura. Quedan casos como el de Pepe Antártico, de Percy, destacado pero en una tradición anterior. Cabe notar que varias de las entrevistas de este capítulo constituyen la poca documentación que seguimos teniendo de algunos como Penike, Click, o Don Inocencio. Citaré extractos que me parecen interesantes para hoy día.

Enrique Cornejo, Penike, el primer entrevistado fue, dice Ulibarri, también el primer dibujante de izquierda que no tuvo empacho en confesarlo.

En Ercilla, el año 1943, se publicaba: ´Penike no es muy conocido; es un anárquico que no puede sujetarse a la actividad continuada ni a la tiranía de los horarios. Con fuerte sensibilidad política, viene haciendo arte anti fascista desde hace muchos años” (p.59) … “Según Antonio Romera, el humor de Penike es áspero, donde el concepto sustituye al instinto, la razón a la espontaneidad, la ironía a la ternura. (p.61)

[Sobre el tema de la subestimación de la caricatura, dice:] Penike dibuja y pinta, pero ama como a nada a la caricatura. … Si hay un arte [habla Penike] que camina paralelo con la Historia y muchas veces la adelanta … es la caricatura. Ella es consuelo y azote. Como arte otorga más que la novela y la poesía. Sea social, política, poética, cruel o bondadosa. Picasso es un ejemplo de los grandes caricaturistas: sus ‘Sueños y mentiras de Franco’ lo demuestran. (pp.60-61)

(imagen 9) p.58-59 Entrevista a Penike y dibujos. /libros.uchile.cl (CC).

Sobre Melitón Herrera, Click: “¿Dónde dibuja Click? –Click dibuja en su casa, muy cerca de Los Cerrillos, cuando ya los niños se han dormido. En el comedor … Creo que he contribuido con un pequeño granito a difundir una posición de izquierda … he ayudado a romper el mito de que los hombres de izquierda carecemos de sentido del humor.” (p.66)

(Imagen 10) Basquetbol, dibujo de Click. /libros.uchile.cl (CC).

Sobre Osvaldo Salas, leyendo a Ulibarri, diríamos que se había confundido con el nombre de su personaje, Don Inocencio. Él mismo dice que nació cuando era diseñador, profesor, pintor, y disciplinado militante comunista, a quien el gran jefe Luis Corvalán se le acerca a comentarle que hacía falta un monito político en el diario El Siglo “que representara al chileno de clase media, un tanto desesperanzado de tanta promesa incumplida. Año 1953.” Así Don Inocencio, el hombre que creyó en promesas electorales, surgió un poco de la noche a la mañana, primero como clase media, bien vestido y algo ostentoso, pero paulatinamente fue encontrándose y apueblándose, si cabe la expresión. (p.67)

(Imagen 11) p.72-73 Don Inocencio, de Osvaldo Salas. /libros.uchile.cl (CC).

Los otros entrevistados son Lukas, Fernando Krahn, Palomo y Pepehuinca, y entre medio las revistas La Chiva – La Firme, El enano maldito, de Jorge Mateluna, y los hermanos Vivanco y Hervi. Salvo Pepehuinca, son autores, revistas y personaje(s) cuya documentación para hoy día se ha trabajado y aumentado.

[Lukas comenta una teoría propia sobre los humores, apropósito de que]… Me dicen que soy momio … yo recojo lo que opina la gente de la calle. Pero no soy político, soy humorista. Veo el chiste donde hay desequilibrio de humores. Antiguamente el humorista era aquel tipo que tenía alguno de sus humores (los que circulan por el cuerpo) en desequilibrio. Una vieja avara, un tipo neurótico. Cuando uno elige situaciones para un chiste, busca desequilibrios, salidas de la normalidad. Y yo veo eso en el actual gobierno. (p.75)

Es interesante en la conversación que sigue que Ulibarri le pregunte directamente por qué [si no es momio] critica al gobierno [de Allende] con tanta acidez. Naturalmente, Lukas responde sereno, bonachón. (p.78)

[Fernando Krahn explica cómo hace sus Dramagramas, y las dificultades de recepción]: “Es un proceso. Una pequeña obrita con principio y fin. Parto de un objeto: una silla, una ventana; empiezo a lanzar ideas, todo lo que esa cosa me sugiere, y después aparecen las personas. La gente busca allí chiste y a veces no lo encuentra. Otros dicen que es muy cruel. El símbolo está en el hombre y en sus relaciones con los demás. El humor es el resultado de una concepción muy personal de la vida. Es más allá de una anécdota. Es la tragedia humana. –¿Y no le preocupa que el público de la revista [Ercilla] no entienda ese símbolo? – Me angustia que no me entiendan. Pero con los Dramagramas pasa eso: la primera vez no se entienden, luego empieza uno a desenmadejar la idea hasta que descubre el mecanismo. El lector se va acostumbrando a pensar un poco, y a construir él mismo la parte que queda del chiste. Creo que le doy un pinchazo al lector. No siempre provoco una carcajada. (p.80, 84)

(imagen 12) Dramagrama de Fernando Krahn (p.83) /libros.uchile.cl (CC).

Palomo nos referirá siempre a la ubicación social del dibujante y la caricatura, y al problema de la política de los medios en Chile.

Con La Chiva quisimos reivindicar la historieta nacional. Pero no tenía sexo. No era comercial. Me puse a trabajar en Ercilla: yo llevaba el dibujo y el director elegía. Si el mono era antidemocristiano, la cosa peligraba. Un día, al crearse el MAPU, dibujé al guatón Correa [Enrique Correa], ex DC, cantando Puerto Montt [canción de moda], y aludiendo a la masacre del gobierno de Frei. Allí se terminó mi carrera en Ercilla. (p.89)

Ahora Palomo dibuja en El Siglo, Ramona y hace folletos educativos para el Instituto de Previsión de Riesgos Ocupacionales. –El dibujante humorístico [habla Palomo] está en inferioridad. Nuestras publicaciones reciben cada día más historietas yanquis. Nosotros si logramos que nos contraten, es con un sueldo bajísimo. Subsiste la competencia. La ley del mercado dice que si hacemos algo didáctico y no se vende, no hay que hacer nada didáctico. Hay que meter lo que se vende, y esto distorsiona el sentido de la caricatura. (p.89)

(imagen 13) p.88. El mundo de Palomo./libros.uchile.cl (CC).

En la entrevista final a Jorge Vivanco, Pepehuinca “El papá de Artemio” desafortunadamente [digo yo] Ulibarri no transcribe mucho su conversación, sino que inserta más sus propios comentarios por cierto en onda fan de Artemio, que también destaca en el collage de la portada. Pero igual son comentarios acertados: “Con Artemio, Pepe Huinca logró crear un personaje chileno de veras. Y él lo deja saber, pero es muy modesto” (p.93) Los transcritos de Pepehuinca son los siguientes, y con ellos concluye el libro:

Desde niño dibujaba con Alberto. Fabricábamos historietas imaginarias. En 1963 nació Artemio. Yo era contador, y mi patrón en la oficina era don Eliecer Rivera. Artemio era un tipo chambón. Lo qu siguió después en La Chiva y La Firme sirvió para ejercitarme en el oficio. Aquí la cosa fue más definitiva. De repente me olvido del Artemio, y llega la hora de entrega en el diario, y Artemio del día no ha nacido, y Artemio de ese día siguiente simplemente no nace. No sale publicado. Pero me desquité ahora que publiqué un libro completito con sus aventuras. Es un personaje regalón. (p.93)

A Artemio no lo inventé de la nada. Simplemente surgió de mis experiencias en una oficina pública. Creo que todos los otros personajes que aparecen en la tira le son comunes a ese mundo: el jefe, los empleados, la secretaria. Y las cosas que le suceden a Artemio en la calle, en su casa, en el trabajo, son las mismas que me están pasando a mí a diario. O que surgen después de observar lo que pasa alrededor. (p.94)

(imagen 14) p.92-93 Entrevista a Pepehuinca, el papá de Artemio. /libros.uchile.cl (CC).

[En palabras de cierre, me importa decir que en Caricaturas de ayer y hoy, existen inexactitudes, omisiones, o falta de datos duros en fechas o nombres, que para hoy día los y las investigadoras las han completado y precisado. Pero en su defensa –si es que hace falta–, uno podría decir que la pega de Luisa Ulibarri no era bajar del Sinaí con la Historia Sagrada grabada en piedra, sino ofrecer al público popular una visión histórica del dibujo humorístico chileno en un momento en el cual había mucho interés, pero todavía no existía publicado nada similar. Pensando en la tendencia que emergió en la época neoliberal, criticando al socialismo de Quimantú, cuyo trabajo es la recopilación de datos duros y su descripción más bien complaciente, Caricaturas de ayer y hoy, en su brevedad y su índole, puede ser leído como un ejercicio de crítica de la crítica. No hay duda que se planteaba desde el proyecto de izquierda de Quimantú, y del gobierno popular de Salvador Allende.]

[Huelga decir que la izquierda que volvió al gobierno en los 90 ya no era esa izquierda. Más bien dijo que la señora Juanita podía endeudarse para pagar caro por bienes de mala calidad. Para hoy, no olvidemos que la izquierda frenteamplista ayudó a acuñar una frase creativa: “¡No hagamos caricaturas!” Y la derecha le responde: ¡No hagamos caricaturas! Así encuentran acomodo para desprestigiar un oficio honesto y difícil como el nuestro. Se ve también que la regresión fue profunda, porque los logros de aprecio popular por la historieta chilena, que asomaban bien en 1972, se perdieron. Hoy los y las dibujantes, jóvenes y viejos, seguimos compitiendo para subir a la punta de un alfiler. Por otro lado, alguna esperanza en los efectos culturales de una nueva Constitución política social. Digo yo, por supuesto muy a título personal, en abril de 2022.]

vicho plaza

NOTAS

[1] Se encuentra en pdf en el Portal de libros electrónicos: libros.uchile.cl

Ulibarri, L. (1972). Caricaturas de ayer y hoy . Disponible en https://doi.org/10.34720/vbsh-cp59

[2] Información de Jorge Montealegre. No tengo los datos de esa tesis.

[3] Para diferenciarlos dejo entre paréntesis corchetes mis alcances y comentarios.

SENTIR HAMBRE PRÍSTINA

Las mujeres, a partir de precursoras como Roberta Gregory, Mary Fleener o Phoebe Gloeckner, abrieron desde los primeros años 70, dice Ana Merino, un nuevo género en los cómics, y ello ocurrió en paralelo a la autoedición underground, y posteriormente a la corriente llamada el “alternativo”, a la vez que a momentos de auge o dificultades del movimiento y las ideas feministas. Era su propio género femenino convertido en género historietístico, que irrumpió con relatos intimistas, experienciales y testimoniales, de índole autobiográfica, asuntos todos estos más bien ausentes en todo lo anterior. Por razones culturales conocidas, las autoras más celebradas siguen siendo internacionalmente aquellas que dicen lo suyo con humor, sea con ingenio agudo y mordaz, como la mencionada Roberta Gregory, Claire Bretécher, Maitena o Julie Doucet, o con la suavidad de la penetración femenina, como Cathy Guisewite, o las nuestras Maliki, Sol Díaz, la colombiana Power Paola, entre otras. Pero, como dice a su vez María Antonia Díez, la voz femenina fue construida también por autoras que escriben y dibujan desde un lugar en el cual, por razones evidentes, ya no puede sostenerse el enfoque gracioso. Es el caso de obras como “Daddy’s Girl”, de Debbie Drechsler, un cómic doloroso referido a su propia experiencia de incesto en la infancia, o “A child’s life and other stories”, de la mencionada Phoebe Gloeckner, que se basa en su diario de vida infantil y adolescente. Por supuesto, no es que el buen humor estuviera prohibido dentro de sus narraciones, pero ya no es lo preponderante. En esta línea trabaja nuestra Melina Rapimán.

“Cuando me senté en la cuneta a llorar”, la primera historia de Hambre Prístina, puede ser la muestra más compleja de cómo ella nos pone frente a las evidencias que dan razón de su enfoque. Las conductas que en nosotros los varones pueden ser cotidianas, en ellas tienen por consecuencias la agresión masculina y social, y el menoscabo de sí mismas, la destrucción de su estima, situación tan difícil de superar, pero que a algunas personas sirve como excusa para quedarse en la autocompasión. Lo que trasunta es el dolor y la soledad. Melina critica al hombre, pero también a la mujer, critica a la sociedad cotidianamente destructiva, pero también es autocrítica si es necesario. Y Melina intuye, como podrá verse, que es el sentimiento poético y la poesía la que enfrenta dichos problemas con un auténtico impulso de humanidad, es decir –si se quiere– de superación. En “trozos rasgados” borda una imagen a la vez que una discusión contra la falsedad de respuestas supuestamente sabias como la que dice “todo depende de tu actitud”, respuesta tan abundante, que ofrece una solución individual, pero aparentemente fácil de aplicar también a problemas en que está envuelta toda la sociedad.

A la trampa de las palabras, a la complacencia ante la ambigüedad de los significados, chicas como Melina oponen simplemente su propia experiencia femenina, silenciada por siglos de represión, como decía Glauber Rocha respecto al pueblo pobre, que en esto tiene tanto parecido histórico con ellas.

Es probable o posible que algunas de sus historias expresen la memoria del abuso, sea experiencial o por empatía con su género, arraigado en la infancia o la adolescencia, algo irremediable que invade cada experiencia nueva, algo oscuro que a costa de una conciencia dolorida, y de mucho trabajo, adquiere por fin una conciencia poética. Es decir, no se trata de “aquella vieja herida” del alma, inubicable y abstraída en el tiempo y el espacio, que respira en el pecho de algunos poetas románticos o romantizados, como el chileno Pedro Sienna, que lo ponía como título de uno de sus poemas (y no es un mal poema), sino algo más concreto y desafortunadamente bien real. Freud quería llegar a la conciencia de la experiencia traumática originaria, como el arribo a la única salida posible, puesto que nuestros mecanismos psicológicos lo esconden. No sé si Melina y otras mujeres que están dibujando historietas de esta línea estarán de acuerdo con el viejo profesor, pero en ellas hay conciencia, o mejor dicho la valentía introspectiva de una mujer. La historieta “hambre” es muy bella, trabaja en el texto y en los dibujos un tema onírico, misterioso, una experiencia auténticamente individual.

Por otra parte, la línea plena y curva de sus dibujos y de sus figuras femeninas da al conjunto, y al transcurso de una imagen a otra, una cierta belleza. La redondez de la forma, el ritmo suave de las composiciones, transmiten vida. Algunas de las ilustraciones de Melina siguen brillantemente tradiciones vitalistas del arte visual, como por ejemplo la de Matisse. No hay formas torturadas ni predomino de las angulosidades o las líneas duras. Dibuja quizá con un eco del cómic y la ilustración llamada “inocente”, es decir, historietas infantiles como Pequeña Lulú, Heidi, las series infantiles japonesas, en fin, recogiendo de esa gráfica su plenitud formal a la vez que su inocencia, es decir unos cuerpos bellos, tranquilos, tal vez nostálgicos, sexuales aunque no sexys.

Al fin, y en despedida, me permito una crítica sobre nuestro contexto. Nos alegramos de que los trabajos de varias historietistas e ilustradoras estén siendo aceptados y celebrados, trabajos que no excluyen la mirada seria cuando ella amerita seriedad, pero solamente si primero, como decíamos al principio, hay talento humorístico. Se celebran las críticas contra los clichés impuestos a la mujer, se aceptan también las burlas a las viejas tías y madrinas encorsetadas, incluida la iglesia, las escuelas de monjas, incluidas incluso las mamás, pero no hay interés por leer y considerar el cómic femenino que no sea divertido. Al parecer, allí la crítica se torna inaceptable, y se la ignora. Cierto que hay una consanguinidad del cómic con lo cómico, pero el sesgo no hace sino demostrar el atraso cultural. Los trabajos que nos está planteando Melina u otras chicas como Alejandra Suckel, Francisca Cárcamo, Ibi Díaz, entre ellas, no pueden ser obligados a la entonación humorística, ni que deban ser propicios las modas de la “sociedad bien”. Los dejo entonces con Hambre Prístina, recomendándola sin reservas.

Vicho, febrero de 2014.

Prólogo a Hambre Prístina, Selección de historietas de entre 2007 y 2014, de Melina Rapimán. Ed. Tabula Rasa, Santiago de Chile, 2014.

En este blog también, estudio de Daniel Abraham sobre la historieta El sentido del silencio, de Melina Rapimán.

VIOLENCIA HACIA LA MUJER: UNA MIRADA DESDE LA HISTORIETA Y LAS CIENCIAS SOCIALES

Por: DANIEL ABRAHAM

[Texto de la ponencia presentada en Dibujos que Hablan 2, USACH, 20 de octubre de 2016]

1.- La historieta chilena ha ido tocando de manera crítica el ser machista de nuestra sociedad. Existe un protagonismo en las últimas décadas -en los creadores de historietas-, de tocar elementos propios de la problemática de género y de las temáticas LGBT. A mí juicio, es relevante para acentuar miradas desde el fanzine y las editoriales. La incorporación de diferentes sensibilidades humanas en un ambiente que fue principalmente masculino (heteronormativo) también es importante. Si uno analiza la historieta nacional de las décadas de los 60 al 80, los exponentes eran principalmente hombres, eran ellos quienes delineaban a las mujeres. Ellos hablaban por ellas y las dibujaban.

En este contexto, el recopilatorio de Monos Serios de 2008 fue un intento de antologar diversas sensibilidades en torno a la historieta (compilado realizado por Vicente Plaza y Carlos Reyes). En ella están insertas diversas miradas sobre el arte y la tensión que resulta de las historietas como un oficio al margen. También se recuentan obras que cruzan diferentes disciplinas y que poseen un carácter ilustrado en sus citas y referencias. En ese sentido, los antologadores de la historieta seleccionaron el comic “El Sentido del Silencio”, de Melina Rapimán; otorgándole una validación de rescate y de crítica para análisis o estudios ulteriores.

Primeramente haré una pequeña síntesis de la historieta y luego haré un análisis desde las ciencias sociales.

diapositiva10

Ésta es una historieta lineal, que explora una violación a una mujer adulta en el contexto universitario (donde se rompe el contrato social de la prohibición cultural y legal de ultrajar sexualmente).

En este comic, la protagonista primeramente enfrenta los desafíos de encarar una carrera universitaria humanista en el contexto del período 1990 al 2010. En sólo 6 páginas la autora presenta en un ambiente existencialista, una situación sociocultural compleja. El ingreso a la universidad, la llegada al mundo adulto. Esta contextualizada en ese continuo de la instalación de un verdadero «Darwinismo Social» en la sociedad chilena; que propicia el desarrollo de los valores centrados en el individualismo, el hedonismo y el logro personal, frente a los principios de solidaridad. Donde la protagonista femenina continuamente se cuestiona su lugar en el mundo, en la retribución económica que tendrá en el contexto de una ciudad que no nombra directamente; pero que posiblemente es Valparaíso y su pobreza asociada.

diapositiva03
diapositiva04

En este contexto más bien depresivo -de dudas existenciales- la protagonista decide ir sola a un bar a beber. Allí se le acerca un hombre desconocido quién la aborda y ocupando la violencia física y verbal la aleja del bar con la excusa de fumar. La protagonista señala textualmente: “intenté soltarme varias veces hasta que descubrí que si no oponía resistencia me hacía menos daño” “Me violó en la escalera de un cerro”, “decidí hacerle pasar un buen rato y fingí”, “Le pedí que acabara fuera de mí”. “Al parecer lo hizo”. La verdad no lo sé.” Cómo se visualiza, es un relato duro, sin concesiones y desde la mirada de la protagonista.

diapositiva05
diapositiva06
diapositiva07

Con posterioridad –y todavía junto a su agresor- vuelven al bar donde la protagonista solicita ayuda a sus amigos que están bebiendo. Pero ninguno le cree. Y tampoco hay una confrontación entre sus amigos y el agresor. Nadie tampoco la acompaña hasta su casa. La última página es de una sola viñeta donde la protagonista señala: “¿Cómo contarlo? ¿A quién? ¿Quién podría creerme? Es mi culpa. Lo merezco. Hace cuatro días estoy encerrada en mi cuarto. Nadie viene a verme. Nadie llama por teléfono. Nadie pregunta qué pasa. Ésa es la historia.”

diapositiva08
diapositiva09

2.- Cuando vi la primera convocatoria a esta sesión de Dibujos que Hablan 2, observé que uno de sus temas era lo relativo a la ciencia. La ciencia no es sólo datos duros de la naturaleza sobre átomos y grupos de Galaxias. Por tanto, trataré de hacer un análisis desde las ciencias sociales para explicar la agresión central que relata esta historieta.

La violencia de género constituye un elemento de nuestra sociedad y donde diferentes factores socioculturales pueden incidir en su prevalencia (campo/ciudad, clase social, grupos etarios, la migración, factores del fenotipo). La subordinación de la mujer al hombre, bajo las ideas religiosas, biológicas, repercute en una discriminación sobre el desarrollo de sus capacidades y potencialidades[1].

Una de las manifestaciones que pueden ocurrir en nuestra cultura es el de la violencia sexual hacia la mujer. Esta posee varios niveles desde el acoso simbólico o verbal, hasta el de la violación. En el caso del comic brevemente reseñado, se podría decir que existió una coerción sexual, es decir una actividad sexual no deseada que se produce como consecuencia del uso de la fuerza, presión psicológica o cualquier tipo de estrategia por parte del atacante para vulnerar la decisión de la víctima a participar de una interacción sexual. Esta puede ser desde exhibicionismo, toques sexuales hasta el coito.

Las prohibiciones sociales en torno a evitar la violencia sexual en nuestra sociedad repercuten en un entramado cultural que muchas veces invisibiliza este tipo de agresiones y que de alguna forma también minimiza su impacto y dolor en el sujeto violentado. A partir de la convivencia en el entramado social, los seres humanos adoptan de manera mayoritaria cierto tipo de conductas consideradas como válidas y normales. Por tanto, el fenómeno de la violencia de género posee visiones que la validan y que también suelen condenar tanto a la víctima como al victimario.

Entre los factores culturales que podrían incidir en esta situación de vulneración hacia la mujer, (entre otras porque éstas son cuestiones multicausales) puede ser el conocimiento sobre la sexualidad de los jóvenes chilenos. Según un estudio de 2014 (Barrientos Delgado y Silva Segovia) sobre jóvenes e iniciación sexual; los conocimientos sobre sexualidad de este grupo etario son limitados, dificultando la autodeterminación sobre el tipo de sexualidad que se desea y de los derechos de sus parejas esporádicas o permanentes.

Por otra parte, el Estado chileno promueve una educación sexual más enfocada a aspectos biológicos y reproductivos; que orientada a las dimensiones del placer, la diversidad sexual y prevención de la violencia sexual.

Otro aspecto son los estereotipos de género fuertemente influenciados por la heteronormatividad de la sociedad chilena. Existen creencias asociadas fuertemente al género como por ejemplo el deseo sexual. De igual forma se condicionan en las formas de flirteo y señales para acceder sexualmente en una relación de sexo casual (en el caso de los varones una fuente de conocimiento podría ser la pornografía, que usualmente posee una fuerte visión estereotipada y desde el punto de vista masculino).

Chile -en las últimas décadas- está dentro de una liberación de la sexualidad, donde las relaciones sexuales pre maritales son la norma. Donde se le da más autonomía a la mujer pero donde la cultura ocupa doble estándar. Es decir, si quién practica el sexo casual es hombre o mujer. Por tanto una forma de ser más liberal en el caso de las mujeres puede llegar a socavar el respeto del consentimiento de la mujer. De igual forma, de los hombres se espera que sean activos sexualmente y experimentados.

El peso de la Iglesia católica también es relevante para la sociedad chilena (Según el mito Cristiano, Jesús nace sin coito). Sus valores asociados a atrasar la iniciación sexual y menos parejas sexuales parecen entrar en contradicción con los mensajes más liberales desde lo sexual de otras partes del mundo y que continuamente son llevados al cotidiano por medio de los medios de comunicación e internet. Esto hace que para algunas personas los límites sean borrosos, entre las actividades sexuales consensuadas de las que implican una agresión sexual. (Como determinar -por ejemplo- el espacio sociocultural de las relaciones sexuales “a la mala” en el contexto machista).

Finalmente, otro elemento relevante es el consumo de alcohol. El estudio de agresión sexual entre estudiantes chilenos publicado este 21 de Septiembre (Isabell Schuster, Barbara Krahé, Paola Ilabaca Baeza, José Muñoz Reyes en “Frontiers in Psychology”) señaló que la agresión sexual entre extraños estaba el consumo de alcohol entre sus componentes recurrentes. El consumo de alcohol puede dificultar los procesos cognitivos y malinterpretar las conductas de la otra persona y de su interés sexual, equívocos que pueden ser más recurrentes entre extraños. También habría que pesquisar cuánto hay de exploración sexual que se valida en estos sitios de encuentro; que pueden llevar a malinterpretaciones y a agresiones sexuales entre sus participantes.

Los estudios consultados señalan que la coerción sexual es más común entre conocidos y ex parejas que con extraños. La historieta brevemente reseñada nos habla de alguien en una situación de salud mental que es vulnerada, que experimenta mayores niveles de depresión, ansiedad después de una agresión sexual y padece la victimización resultante.

Tal vez una forma para que este texto no sea ese grito que no calla, es precisamente la divulgación científica de las Ciencias Sociales. Ver el abuso sexual y la violencia hacia la mujer es parte de las estructuras que definen nuestro vivir y ser en la cultura. Discutir este texto en los colegios en las clases de Biología, Ciencias Sociales, Educación Cívica o Consejo de Curso sería también una forma de prevención en la comunidad más joven. Porque finalmente es el hostigamiento hacia la singularidad de las personas.

Para terminar quisiera decir que de alguna forma estoy en contra del título de esta historieta. Porque “El Sentido del Silencio” de Melina Rapimán habla de lo que no se dice. Porque son muchas las jóvenes o muchachos que han vivido en el mundo real la violencia sexual y siguen en silencio amparando a los culpables. Lamentablemente existe una normalización de esta situación, acentuada en la angustia individual. Porque es la persona violada y no el violador quién vive la ansiedad de la contradicción de la vida real y los ideales judeo cristianos. Pues de alguna manera ese silencio cómplice se crea entre todos.

[1] El Artículo 1° de la CONVENCION INTERAMERICANA PARA PREVENIR, SANCIONAR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER «CONVENCION DE BELEM DO PARA», señala “Para los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”.

DANIEL ABRAHAM (Daniel Rosales González) es Antopólogo por la Universidad Austral de Chile (1997); Diplomado en Pedagogía para la Educación Superior, por la Universidad Santo Tomás (2008); Diplomado en Derechos Humanos y Personas Privadas de Libertad, por la Universidad Diego Portales (2014). Actualmente es Encargado Regional de Clasificación y Segmentación / Encargado de Derechos Humanos, Gendarmería de Chile. Adicionalmente es autor de cómics: El Pato Horacio, El Cámbrico, El Rencor Feliz, que publica en el Fanzine Ex Casona, y en la página de Facebook: Ex Casona – Daniel Abraham. Ha participado como ponencista en varias ocasiones en el encuentro Dibujos que Hablan. Vive y trabaja en Puerto Montt, Chile.

Ver sobre Melina Rapimán: en Wikipedia

Ver sobre Melina Rapimán : Sentir hambre prístina. Prólogo a Hambre Prístina (Tabula Rasa, 2014)

ELLAS

comiqueras
ellas 1

Santiago de Chile, 4 de julio de 2016, la tercera sesión de los conversatorios Monología, organizados por Felipe Muhr y yo, que tienen lugar en Casa Plop. Convocamos a una sesión titulada Comiqueras, con tres autoras invitadas. Ellas, sin duda, dan muestra de su vitalidad y su inteligencia. Vale destacar, en primer lugar, que ellas y el público compuesto mayormente por mujeres, destruyen de modo amable pero inobjetable que la primera sesión de Monologías, sobre el estado de las cosas en los cómics nacionales, haya tenido una mesa exclusiva de hombres. ¿Por qué no hubo allí una mujer? Lo hechos demuestran que el sesgo fue innegable, tan innegable como “inconciente”. En cuanto co-responsable de Monologías, esa pregunta me deja ante la prueba de que mi tan preciado progresismo democrático en el mejor de los casos es un provincianismo. Lo único que pudiera decir, pero que sale como una confesión que nadie necesita, es que en realidad no se me pasó por la cabeza en aquella ocasión invitar a una mujer para el tema, y no hay argumento para justificar lo que es evidentemente la mentalidad machista de mis actos. Pero tampoco pido “perdón” porque aquí eso no sirve para nada.
Hay que ir por partes, al menos las partes que yo pueda pensar. Ante este desvelamiento, pienso que, desde otras perspectivas, un autor o autora de otra ciudad nos acusará con toda razón que los invitados e invitadas sólo eran de la capital, y que no se nos pasó por la cabeza llamar a alguien de otro lugar, y hacer el esfuerzo básico de brindarle alojamiento en nuestras casas, para que se hiciera presente. Así, el centralismo político y económico, la falta de generosidad de quienes creemos ser generosos, tiene un paralelo con el problema que se nos presenta con ellas, porque es algo que está en nosotros naturalizado como lo más normal del mundo, siendo que es una discriminación. Otros numerosos casos de este sesgo de poder, de privilegios y discriminaciones, surgen inmediatamente en distintos niveles y ámbitos.
Sigo con un ejemplo que me parece definitivo. La tarde después de esta difícil toma de conciencia, en mi casa, escucho en la radio Usach como a las 5 de la tarde a un dirigente homosexual, conversando de política y actualidad. En un momento él dice que el asunto no es de por sí la discriminación a los colas y lesbianas, a las transgéneros y travestis, a los raros por ser raros. Cita el caso de un señor de apellido prestigioso (¿Larraín?) homosexual, que ocupa un puesto directivo en la Fundación Iguales. Ese señor homosexual, dice el amigo en la radio, no sufre en realidad la discriminación, como no sea en términos retóricos. Tiene un estupendo cargo bien remunerado, y de prestigio social en una organización progresista, como corresponde a su clase social. No sufre ni sufrirá la detención, los golpes de la policía, ni de cualquier grosero tipo de la calle que lo odia por ser marica. Ese “cualquier tipo de la calle” (esto lo agrego yo) no podrá ni siquiera acercarse a él. Creo que esta observación llega al hueso. La discriminación primordial en la sociedad patriarcal no es primero hacia las mujeres, ni a los distintos, porque hay bastantes patriarcas mujeres, y patriarcas raros. La desventaja fundamental, que te hace ser castigado dentro y fuera de casa, es la de ser pobre [y ser débil como los niños ante los adultos]. Esto no es ninguna verdad nueva, ni un paso hacia la iluminación.
No desde luego la pobreza espiritual de los obispos y pastores que heredarán el reino de los cielos, sino la material de estar y vivir en las bases de la pirámide, soportando el peso de todo lo demás. Si a esa desventaja se le agrega la de ser homosexual, travesti, negro, Mapuche o MUJER, la sociedad decreta que es natural que tu vida sea un infierno, ya que la violencia llegará también desde tu propia clase, para qué decir de las demás.

Por esa razón, y por mis propios medios, también observo inevitablemente, como una carga pesada, que la cuestión social ocurre en la más vital y creativa línea de las historietas, es decir en los cómics de autoras mujeres. Si bien dicha vitalidad con mucho supera hoy las barreras sociales, no por ello dejan de existir, y valdrá la pena ver cómo se manifiestan esas diferencias en términos de aceptación y rechazo de la sociedad, las editoriales, los medios, a unos y otros discursos y temas de los cómics de autoras mujeres. Pero vale recalcar su potencia y su originalidad, en comparación con los ejercicios estilísticos repetidos y egocéntricos de muchos de nosotros los autores con pene.
¿Me escapo ladina y mañosamente de mi responsabilidad machista con “la bandera social” y criticando a mi propio género sexual? No lo sé, les aseguro que no lo sé. No creo que Katherine desee que yo agarre el cuchillo grande de la cocina y me castre, me castigue, asuma la culpa con autotortura, para demostrar que estoy de su lado. No soy capaz de hacerlo, desde luego. Si me auto-torturo y me castro en mi cabeza, eso es anterior a ella. Porque la castración es el castigo tan temido, así como el odio de ellas es el infierno tan temido, según bien lo entendió Onetti.

Lo que veo es que el paralelo más patente del reclamo de ellas es el de la diferencia entre tener o no tener, equivalente en el mundo a la de ser o no ser. No la de tener o no tener vagina o pene, sino la de no tener un cuarto propio. Creo que en ese sentido –más o menos– Maliki se expresó al inicio “¿por qué este tipo de encuentros no los organizamos nosotras?”, pues en ese plan están, y les deseamos lo mejor.

Cité la famosa frase de la admirada Virginia, pero polemizo que ella, extraordinaria como es su obra, no dejaba de despreciar a las “costureras y modistillas”, a quienes acusaba clasistamente de tener horrible mal gusto y comportamiento, acusación hecha del mismo molde con que los “superiores” han acusado milenariamente a los inferiores, que no pueden echarles en descargo la policía encima, ni escriben las leyes, ni determinan los horarios de trabajo ni las horas de ocio y tranquilidad que jamás pueden tener. Quiero decir que el problema es dolorosamente complicado, y que incluso traspasa la solidaridad femenina, porque no es Virginia Woolf una autora más, ni una pituca, ni menos una indiferente.
Debimos y no debimos convocar a una sesión de mujeres autoras de cómics. Si no lo hacemos está mal, si lo hacemos también está mal. El error flagrante, en realidad, es que dividimos la cuestión desde antes. Si lo continuamos haciendo, allá nosotros. Nuestro problema (uno de nuestros problemas) del que debemos hacernos cargo, es preguntarnos qué entonces es la sensibilidad, y por qué nos sale tan difícil hacer cómics serios o cómicos sobre estos problemas reales que sabemos tan complejos, en vez de las simplificaciones que nos gustan tanto. [Agregado: En el abordaje de esta complejidad que nos supera, ellas demuestran bastante mayor lucidez y valentía que sus colegas hombres. Si hay algo que admiramos de Maliki, por ejemplo, es su coraje para hablar de sí misma y de otros].

[En nuestro masculino problema de enfrentar contenidos más difíciles, y de nuestra falta de vocabulario para hacerlo, ¿no hay entre otros temores el de «que no hay público para eso»?] ¿Pero no somos nosotros, autores y autoras, quienes debemos manejar los carros, en vez de muchos editores(as) y medios, que están valorándonos según si jugamos en equipos de los united states, o según los likes de las redes sociales?