Ilustraciones de El Cautiverio Feliz, de Francisco Núñez de Pineda. Primeros dibujos chilenos del pueblo Mapuche

SOBRE EL TEMA MAPUCHE EN LAS HISTORIETAS CHILENAS [5]

Los cuatro dibujos que hizo Francisco Núñez de Pineda para ilustrar sus memorias como cautivo de los mapuches el año 1629, durante la llamada Guerra de Arauco, están entre las primeras imágenes sobre ellos y ellas hechas desde un lápiz de un español nacido en Chile (criollo), aunque Núñez se identifica como español. La redacción de su texto le tomó un tiempo largo, “más de una veintena de años, aunque en forma discontinua” hasta que al fin data su manuscrito como concluido en 1673. Pero desde luego no soy un experto en estos datos, y dejo al final del artículo las referencias. Aquí trabajé con la edición de 2001 de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.

Batalla de las Cangrejeras, dibujo 1

Batalla de las Cangrejeras, dibujo 2

Las dos primeras ilustraciones tienen por tema la batalla de Las Cangrejeras, donde Núñez de Pineda fue capturado por los “araucanos”, iniciándose el cautiverio que termina siendo feliz por la suerte de ser capturado por el grupo de Maulicán, cacique que le muestra simpatía y le da protección, pues antes había sido amigo de su padre, Álvaro. El tercer y cuarto dibujos ilustran el momento en el cual, algunos días después de Las Cangrejeras, atravesando lluvias y temporales, otro grupo de mapuches, enterados de las novedades, van donde Maulicán y lo presionan para que les venda a Pineda, para lo cual ejecutan a otro español prisionero de ellos. Pineda dedica dos láminas para cada momento. 

Los dibujos de Pineda fueron estudiados por Jorge Montealegre, en su libro Prehistorieta de Chile, quien descubre que, entre los dos primeros, con el tema de la batalla y la captura, hay uno (el segundo) que narra los hechos en forma secuencial, con escenas horizontales que se siguen en sentido de lectura de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, como una pre-historieta. 

Las otras tres láminas, según puede verse son composiciones unitarias, escenas generales que ilustran diversos aspectos del relato, pero no secuenciales, y por lo mismo son más fácilmente asimilables a la cultura iconográfica medieval y quizá moderna (renacentista) que Núñez de Pineda tenía, aun a pesar de haber nacido en chile, reducto de militares con muchos sables pero muy poca literatura ni pintura. Sus dibujos son muy valiosos para la arqueología de los imaginarios disponibles en esa fecha –para unos pocos, desde luego, entre los cuales debe haber estado Pineda. Pero además son interesantes y sorpresivos para nosotros debido a sus formas que anticipan estilos de la pintura y de la ilustración de literatura infantil y juvenil del siglo 20. 

Cabe notar que los dibujos que conocemos podrían no ser los originales hechos por Pineda, sino copias del o los copistas, como se desprende del prólogo a la edición consultada: 

  • El manuscrito que constituye el cuerpo principal de la obra –de 268 hojas foliadas y medio centenar sin foliar, de gran formato, a dos columnas– corresponde a una copia en limpio de impecable diagramación y uniforme letra, producto de copista de oficio (como así también, seguramente, las contadas ilustraciones que lo acompañan) (p.7).

Sin embargo, enseguida se agrega que esta copia es la que Pineda llevó consigo hasta su muerte en el Perú en 1682, a la cual había agregado continuas citas y enmiendas de su propia mano, aparte de las restauraciones por humedad y comentarios en los bordes hechas por terceros. No puede precisarse si los dibujos son de la mano directa de Pineda o son copias, pero es un dato para hablar del universo visual que representan y que los origina. Visualmente llama la atención su parecido a estilos de dibujo del siglo XX, siendo que fueron dibujadas alrededor de 1663.

Aquí dedico la atención a los dibujos tres y cuatro, y al relato que ilustran:

Aquí lo mataron [dibujo 3]
Aquí lo llevan [dibujo 4]

Después de haber caído prisionero de los Mapuches, Pineda, a quien muchos querían matar, es protegido por Maulicán en recuerdo de su padre Álvaro. El viaje hacia el territorio del cacique Maulicán es muy difícil, cuenta Pineda, pues se desatan fuertes e interminables temporales de lluvia y viento que traen crecidas de los ríos e inundaciones que les impiden avanzar, pasando noches destempladas e ingratas, empapados bajo una naturaleza que no se humanizaba, según su propia expresión. En medio de esas dificultades, llegan a las casas de algunos de los mapuches que eran parte de las fuerzas de Maulicán, donde son invitados y agasajados, y donde hombres y caballos pueden descansar. Pero llegan también seguidamente otros cincuenta mapuches, provenientes de otro grupo con quienes se habían topado antes, y que a su vez enfrentaban viaje difícil. El cacique de estos, que nombra como Putapichún y Butapichón, pide a Maulicán les venda a Pineda para sacrificarlo como enemigo importante, y para que su muerte aliente a los renuentes a la guerra. Para demostrar su poder y dar fuerza a sus argumentos, ejecutan a un joven soldado español prisionero de ellos. Esta ejecución o ceremonia de muerte del enemigo es el tema de los dibujos 3 y 4. 

El titulado “Aqui lo mataron, Por empeñar a mi amo, para [que] me diera”, está dividido en tres escenas horizontales, aunque es posible que sea una composición unitaria. En la parte central a la derecha, el soldado español destinado al sacrificio está tomado de la nuca por el que –según el relato– debe ser Maulicán, que empuña el toque, arma ceremonial. El soldado está echando los palitos que representan a doce principales enemigos españoles, al agujero que antes Butapichón le hizo cavar. El dibujo une dos momentos, que tienen lugar justo previos al golpe mortal. Los dos personajes al centro, al lado del soldado, son difíciles de identificar. Uno pudiera ser el propio soldado cuando cava el hoyo, o Butapichón enterrando tres cuchillos alrededor, el otro parece una mujer; los dos del borde derecho son guerreros mapuches, y el del extremo puede ser también Butapichón dando su discurso antes del sacrificio. Es decir puede haber dibujado distintos momentos, repitiendo a los personajes, pero no son claros de descifrar. 

En el grupo de arriba de guerreros sentados que observan la escena, algunos de espaldas, no hay indicios de que el autor se autorretratara nuevamente. En el grupo de abajo son llamativos dos o tres personajes que parecen estar disputándose una espada española, y la gran animación del resto que mira y comenta la ceremonia, detalles que no están en los textos. 

El otro dibujo (el cuarto) que es más limpio o nítido en su ejecución y composición, ilustra el momento anterior, “Aqui lleva[n] a un soldado…” hacia el lugar donde harán la ceremonia, mientras los mapuches se distribuyen alrededor según órdenes territoriales, como lo describe Pineda. En este caso es más clara una sola escena general. No podría explicar la causa de que entre los dos dibujos la temporalidad esté invertida.

Respecto a los contenidos del texto, Pineda habla de prácticas “salvajes” o “bárbaras”, y de las divisiones y desacuerdos entre los mapuches, de la falta de inteligencia de muchos y de su gusto por el alcohol (como si entre los españoles no fuera otro tanto). Esto citado por el poder de la historiografía conservadora, que ha impuesto en el discurso dichas características “delincuenciales” como las más significativas. 

Pero la idea blanca conservadora no puede desmentir que el ánimo principal del largo trabajo que le significó a Pineda escribir las memorias de su cautiverio, era el de comunicarle al Rey de España que no habría paz en el reino de Chile mientras no se corrigiera la manera de gobernar, y las malas prácticas de los españoles contra los indios. Era una época donde se debía escribir para el rey de España, dirigiéndose a este y pidiendo su apoyo para la publicación. Este ánimo de autocrítica urgente está expresado varias veces:

  • AL LECTOR … por las experiencias largas que más de cuarenta años efectivos de estas fronteras de guerra me han participado, en cuyo tiempo con atención curiosa he reconocido la dolencia y el lastimoso achaque de que se halla no poco lastimado nuestro afligido reino; y, porque cada día en peor estado veo sus ruinas, originadas en los estilos de gobierno que algunos superiores ministros del rey, nuestro señor, han introducido, no tan solamente en este reino de Chile, sino es también en todas estas australes Indias … que con tiempo la divina majestad permita se reconoscan verdades tan patentes y claras como las que solicito por todos los caminos poner ante los ojos del rey, nuestro señor, para que con su poder y grandeza trueque y mude totalmente los estilos de gobernar las américas Indas” (p.73). 
  • …dispuse con efecto epilogar en breve mis discursos, sacando de ellos lo esencial y más conveniente para la demosnstración de mis intentos y verificación de mis escritos, poniendo a la clara luz del desengaño la obscura confusión con que se rigen y gobiernan estos remotos reinos de las Indias (p. 73).
  • …siendo amigo nuestro [Maulicán] –que nuestras malas y perversas obras le obligaron a volverse enemigo– (p.77). 
  • Llegamos a descanzar tres o cuatro días a las casas de los compañeros que nos convidaron, que uno de ellos había sido de nuestras antiguas reducciones muy fiel amigo; de cómo me refirió las causas y fundamentos que tuvo para trocarse de amigo en enemigo nuestro, sobre lo cual se moraliza y se da a entender que, mientras los estilos de gobierno no se trocaren y la esclavitus de esta nación permaneciere, será imposible haya firme paz en este reino de Chile. Y dase a entender con evidencia que siempre que estos naturales han sido desleales, tenido poca fee y ninguna estabilidad en sus palabras y propuestas, habemos sido nosotros la principal causa y origen, así por haberlos industriado con fraudulentos tratos y engañosas promesas pues, debajo de paces admitidas en muchas ocasiones, los han maloqueado, quitando sus mujeres y sus hijos para hacerlos esclavos, como por el mal ejemplo y peores obras que han experimentado en nuestras acciones. (p.80).

Mirados desde nuestra época, los dibujos de Pineda para El Cautiverio Feliz contienen las primeras representaciones gráficas de los Mapuche hechas por una mano europea, o más propiamente de un hijo de españoles nacido en Chile, condición que más adelante será definida como criolla

En cuanto a su estilo, que llama la atención, sus dibujos estarían para hoy día en un lugar intermedio entre la ilustración literaria y el relato dibujado, incluso tendiendo a emparentarse con la ilustración de literatura infantil. La narración en una lámina es secuencial, pero igual que las otras tres está subrogada al relato escrito, no se entiende sin este.

Como hipótesis de trabajo, las fuentes de su estilo y su imaginería, como las aglomeraciones de cabezas que flotan en el aire y observan las escenas, y las aglomeraciones de figuras y cuerpos, pueden estar en la imaginería medieval europea, y más precisamente española, aunque puede haber también rasgos de imaginería popular híbrida americana. Para precisarlas se requiere todavía trabajo de investigación. 

Agradecimientos a Jorge Montealegre.

Comuna PAC, abril de 2021

Referencias

Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán: Cautiverio Feliz, Tomo I. Edición crítica de Mario Ferreccio Podestá y Raïssa Kordic Riquelme. Estudio preliminar de Cedomil Goic. Seminario de Filología Hispánica. Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile. Santiago [Impreso en RIL editores], 2001. El desarrollo de esta edición crítica contó con la asistencia de Fondecyt, proyecto 1940007. 

Jorge Montealegre (2003). Prehistorieta de Chile: del arte rupestre al primer periódico de caricaturas. Santiago de Chile: Ril.

http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3426.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Cautiverio_feliz

http://www.cervantesvirtual.com/obra/el-cautiverio-feliz–0/

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Autor: vicho plaza historietista

Historietista chileno. Aquí se puede ver algunas historias completas y otros dibujos.

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