DESEMBARCO EN ROCKET 2: El optimismo crítico

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Portada del nº 1
Portada del nº 1

¿Cuáles son los méritos que hacen memorable a Rocket? Dio el inicio al gran proyecto de revistas de historietas de Zig Zag en febrero de 1965, y se afirma que fue la primera revista de historietas de c/f en Latinoamérica.[1] Pero, como podemos entender y se hace necesario discernir, la eclosión de estas revistas obedeció en buena parte a la política comercial de Zig Zag, que aprovechaba la popularidad del nuevo formato como producto de entretención, pero la cual, vista desde una perspectiva más amplia, corría paralela a un desmedro lamentable de la producción de libros de literatura adulta e infantil, de ensayo y divulgación científica, según demostraba en el año 1984 Bernardo Subercaseaux[2]. Es decir, en el contexto editorial de esta llamada “época de oro” de las historietas chilenas hubo implicado un deterioro de la misión cultural de las dos grandes editoriales chilenas. Podemos debatir, sin embargo, en cuánto fueron las historietas en sí las que provocaron el desmedro del libro, y en cuánto lo fueron más bien las políticas editoriales en cuestión. No podemos aquí entrar en este problema, pues necesitaría una atención especial, sino solamente decir que en el caso de Rocket, su calidad de pionera no es para nosotros necesariamente su mérito mayor, ni implica un aporte a la cultura; en cambio, lo que valoramos es la calidad historietística y literaria de sus contenidos. También deberíamos tener en cuenta que, en el estudio citado, las revistas de entretención y las historietas subyacen todavía, por razones quizá de contexto, bajo el juicio de lo culturalmente intrascendente, y al contrario, debilitador, juicio que aceptamos que otras historietas de Zig Zag dan la razón.

Hoy día es de sentido común pensar que ni un libro ni una pintura son culturalmente más potentes que una historieta simplemente porque su formato o su lenguaje garantizara un mayor alcance; no tenemos dudas de que hay pintura mala, hay libros insignificantes, y hay historietas insignificantes. Tenemos claro también que las historietas —que están volviendo a ser estudiadas con seriedad— no se hacen valiosas en razón de que se conviertan con el tiempo en bienes patrimoniales, ni tampoco necesariamente porque hayan tenido un papel en la formación creativa de personas hoy adultas, sino cuando por su propio mérito generan una conexión con la cultura popular, y quizá podríamos decir con la infancia y la juventud, que son sus territorios propios, los cuales ya no parecen caber dentro de una definición como la de “cultura de masas”. Lo que valoramos de Rocket es que su propuesta alcanzó un nivel interesante como arte popular, y por lo mismo digno de estudio. Uno presume razonablemente que no se trata sólo de aciertos o inspiraciones afortunadas, sino que hubo un pensamiento, una serie de ideas que originaron aquella propuesta organizada y clara, en la cual se insertaron sus distintas historietas. Iniciemos entonces su estudio.

Señor presidente
Señor presidente

El nº 1 de Rocket abre con “Señor Presidente”, historia de 6 páginas, sin firmas autorales, que parece haber sido dibujada por varias manos, y con la que se presentaba la propuesta de la revista: en un futuro indeterminado se alcanza un gobierno mundial unificado y pacífico, el cual por lógica consecuencia, dice el narrador, hace que la ciencia desarrolle su potencial bienhechor, dando la solución de los problemas políticos y sociales. En esta situación feliz, un grupo del crimen organizado subsiste y planea asesinar al presidente, para provocar el terror y acabar con la cibernética, que ha dado ese bienestar general que a ellos no les conviene. El plan de los bandidos falla, pero toman prisionero al presidente para extorsionarlo. Jorge Rojas Flores relaciona su motivación con el recuerdo todavía fresco del asesinato de Kennedy (8 de noviembre de 1963),[3] y es cierto que evidentemente se trata de un deseo de una política y de una clase dirigente sabia. Diríamos también que la figuración de un gobierno mundial es un tema que se tornó característico de los relatos de anticipación, mientras que la maldad, ambición de poder o desviación delincuencial es un tema de toda literatura. Aquí lo que leemos es que unos pocos malvados harían de nuevo imposible el deseado buen gobierno, problema difícil que se resuelve con una solución optimista pero también paradójica: en la página 6, con un vuelco sorpresivo, el presidente se descubre ante los jefes criminales como un robot, y se autodestruye para dejar su puesto a otro similar. “Una espantosa explosión puso fin a una organización que sólo buscaba el odio y la muerte. Y terminó también con Robert Ferrison, presidente de la Federación Mundial. Robot creado para proteger a los humanos.”

Final de Señor presidente
Final de Señor presidente

La paradoja es intencional, y envuelve un elemento crítico, es el “mensaje” o sentido final de la historia. Las lecturas quedan abiertas, son claras la apología de la ciencia y una relación entre el poder y la sabiduría, pero también —tal vez desde una perspectiva poética— podemos considerarla una alegoría de la “falla” humana, falla tan profunda que es posible pensar, puesto que estamos en una manera de pensar popular —y en una literatura de ficción—, que sólo superando lo humano la humanidad encontraría su perfección.

Pero, para ser justos en nuestro análisis, esta historieta tiene cierta rigidez narrativa, debida probablemente a la retórica de los textos y un descuido al pensar las lógicas de la secuenciación.

Una solución inesperada
Una solución inesperada

La segunda historia del nº 1 “Una solución inesperada”, de José Nazario y Lincoln Fuentes tiene más interés en su contenido y su narración. A bordo de un cohete espacial, Robert Shacton descubre que queda aire sólo para uno de los dos tripulantes hasta llegar de regreso a la Tierra; luego de una difícil cavilación, decide eliminar a Eric, el otro cosmonauta, para sobrevivir él. Pone veneno en el café que Eric tomará sólo unas horas más tarde, según sus metódicas costumbres de hombre más viejo. En un arranque irracional, “sólo por darse una satisfacción morbosa”, Robert le ofrece antes el café, que Eric rechaza, ocupado en su trabajo. Robert sale fuera de la nave a revisar el radar, pero cuando termina su trabajo y llama a su compañero para que le abra la compuerta, éste demora en responder, “perdona, Robert, estaba escribiendo y tomando un café, ya te abro.” Eric muere antes de poder hacerlo, y Robert queda en el vacío, dando desesperados gritos de ira y de angustia. En el último cuadro vemos la nota de la bitácora de Eric: “un aerolito rompió uno de los tanques de oxígeno; deberíamos sortear cuál de nosotros llegará a la Tierra; pero Robert es mucho más joven y puede servir a la humanidad por más tiempo que yo… mañana me suicidaré.” Como vemos, presenta respecto a la anterior un matiz, porque las oposiciones egoísmo-altruismo, homicidio-sacrificio son los motivos del desenlace trágico, que suspende lo ideológico, es decir la prédica directa, de modo que la crítica tiene incluso más credibilidad. El plan narrativo ha hecho el siguiente juego: 1: Robert sabe del problema, Eric no sabe. 2: los actos de ambos se cruzan trágicamente. 3: vuelco sorpresivo: Eric también sabía. En consecuencia, el mensaje es dado más netamente por la forma narrativa, lo que aumenta su efecto. La crítica es acá más profunda y el optimismo más mitigado.

El enemigo
El enemigo

Otra de las historias del nº 1, “El enemigo”, también de Nazario y Fuentes, de 6 páginas, introduce la ironía. Hay una cuidada construcción en las 5 primeras páginas para describir un ataque de crueles invasores que sin provocación agreden a fuego y sangre desde el espacio. Los defensores logran rechazar el ataque, haciendo prisionero a uno de ellos. Los cosmonautas, que no pueden quitarse los cascos puesto que el combate dejó una avería en la nave, advierten a los más jóvenes sobre el aspecto de aquellas criaturas guerreras. Cuando aparece el enemigo, en el cuadro grande de la página 6, vemos que es un hombre. “Qué horrible, es asqueroso. —Ya se acostumbrará, cadete, al verlos por primera vez revuelven el estómago, ya se acostumbrará.” El vuelco inesperado trae el golpe de ironía, como preguntando ¿pero quiénes nos creemos que somos? Provoca un efecto a la vez sensible e intelectual, que es reiterado cuando los defensores reparan la nave y se quitan sus trajes.

Las tres historietas expresan lo que llamaremos el “optimismo crítico” de Rocket, que se mueve entre ambos modos, primando uno u otro. Una respuesta a un lector, en el Nº 9, hacía explícito este ánimo y sus razones:

  • “Desgraciadamente, no podemos cerrar los ojos a la maldad. Ella existe, pues la humanidad está, precisamente, formada por humanos. Y uno de los medios de corregir esto es mostrando los errores. Pero, como contrapartida, están los hombres como tú, llenos de idealismo y confianza en un futuro mejor. Un futuro de paz, igualdad y justicia.”

En cuanto a la construcción del relato, “Señor Presidente” presenta ya un modelo que veremos también en las otras historietas alegóricas de Rocket: se apunta a problemas trascendentes al género, que dan un contenido a la situación fantástica. En una situación dada de imaginación futurista, irrumpen los viejos conflictos y dilemas humanos; el relato los señala claramente, y el desenlace entrega un mensaje ejemplar, admonitorio, o moral, remarcado en el cuadro final por el texto del narrador off. El argumento está construido en base a oposiciones marcadas: deseo de paz y bien común opuesto a la ambición individualista y la agresividad humana, la bondad al crimen; el sacrificio y la renuncia opuesta a la codicia. En las otras dos historias, donde hay un tono más crítico que optimista, la estructura argumental cobra mayor complejidad, en proporción, al parecer, a cuanto en su intención va dejando de ser alegórico.

He hablado también de efectos, porque se trata de una literatura de efectos, que pretenden llevar al lector hacia cierta inquietud, para trastornar y ampliar allí sus actuales modos de pensar, el cual parece ser un acuerdo implícito en el género c/f, y probablemente en cualquier buen arte narrativo, recurso que según se aprecia los argumentistas de Rocket conocían bien.

El sacrificio
Sacrificio (nº 6)

Las historias donde prima el acento aleccionador, en su confianza en el género humano tienden a la afirmación de la autoridad, el Estado, la policía, el ejército, o las instituciones de la justicia humana, y conciben, como ellas, que su falla corresponde, a la degeneración moral de individuos particulares, como lo leemos en “Señor presidente”. Por ejemplo, en “Encrucijada”, de Isabel de Hagel y Rubén Orellana (Nº 24) el protagonista se encuentra en una situación desesperada: su mujer agoniza de muerte, y él no tiene medio de salvarla; se le acercan sujetos de una organización mafiosa que le ofrecen la ayuda que necesita, a cambio de que él coopere con ellos para apoderarse del gobierno mundial; el final inesperado resulta feliz, y afirma la incorruptibilidad del protagonista, del gobierno en el cual la mafia se había infiltrado, y de la policía. Esto implica que el núcleo crítico va dirigido a las “manzanas podridas” y a su antisocialidad. En “Boomerang” (Nº 24) también de Isabel de Hagel, con dibujos de Lincoln Fuentes, vemos la lucha agónica y súper avanzada de la civilización Acturiana por apoderarse de la tierra y de los terrestres, para sobrevivir ellos mismos; pero fallan debido a sus despóticos excesos, y la justa reacción bélica de los humanos, que les dejan la posibilidad de escape hacia el espacio. En “Sacrificio” de Máximo Carvajal (6p. Nº 5), una nave invasora destruye a una cuadrilla aérea estadounidense, y resulta inmune a tres bombas atómicas; luego de estas demostraciones de poder, pide parlamentar. El general terrestre responde a viva voz “Quienquiera que seas, si precisabas nuestra ayuda, no era necesario que asesinaras a nuestros hombres, bastaba haber solicitado lo que deseas. Ahora ya es tarde.” Sobreviene un peligro global; la nave va a llevarse, por la extorsión de la fuerza, a las 30 mentes más potentes del planeta, todos hombres occidentales del primer mundo, excepto el profesor Tanaka, de Japón, que trabaja en una isla solitaria. La historieta contiene ejemplarmente un espectro de ideología y connotaciones en el sentido de la afirmación institucional, concluyendo con el triunfo de la inteligencia humana sobre la extraterrestre.

Por estas razones, es posible pensar que estas historietas encarnan dentro de la revista aquella mentalidad de la cultura de masas que subyace en los cómics tradicionales, producto de la manipulación ideológica desde arriba hacia abajo, de acuerdo a la crítica que aparecía ya en esa misma época (en especial a partir de Umberto Eco (1964))[4]. Hay por lo tanto una parte de tradición conservadora, la que no es extraña, considerando su contexto. La locación anglosajona, por ejemplo, es transversal, una convención visible también en las demás revistas. No había llegado a definirse todavía, o a aceptarse la idea de apropiaciones en la historieta de aventuras chilena, pese a que existían antecedentes, sobre todo de ubicación temática, cuyo ejemplo clásico es el proyecto de “El Manque” de Mario Igor, el cual nuestros autores conocían seguramente muy bien. Probablemente también influía la noción, debida a las lecturas nutricias mencionadas antes, de que una condición de la ciencia ficción es su necesario origen en contextos industrializados, lo que se traduciría aquí en la localización anglosajona.[5] Parece haber sólo dos historias localizadas en Chile: “Los visitantes”, de Nazario y J.R.Gutiérrez. (Nº 6), y “El regreso de las cruces gamadas”, del propio Carvajal (nº 22); además del esbozo en otras de castellanizar los nombres (“Regreso al hogar”, de Isabel de Hagel y Juan Araneda, nº 15). En “Sacrificio” lo japonés aliado a Occidente, pero pintado con rasgos de exotismo, ofrece una lectura del orden geopolítica, pero no una crítica a dicho orden. Puede pensarse como elemento dentro del rango de “lo aceptable” para entonces, imbricado con elementos más especializados, como la preferencia por los maestros de la historieta estadounidense. El dibujo del personaje japonés, calvo y con bigotes, nos remite a tipos creados por una tradición de “villanos” orientales en los cómics norteamericanos. Pudo haber en la mente de Carvajal un homenaje, una fascinación profunda, y un guiño a modo de vuelta de tuerca. Pero en esa influencia, “pasa” la mirada respecto al oriente de un historietista como Milton Caniff, por ejemplo. Es decir, pasa sin aduana una ideología, la cual ha sido bien analizada por Umberto Eco respecto al mismo Cannif. Nuestro joven maestro se colocaba como mediador apasionado y era traspasado por el otro “de un mundo más fuerte”.

Pero en otras historietas la afirmación optimista del “establishment” queda matizada por la visión crítica, como vimos ya en “Una solución inesperada” y “El enemigo”; y en algunas la crítica pasa a primer plano. Probablemente aquí encontremos buena parte de lo que hace más interesante a la revista..

Portada nº 2. Los perseguidos
Portada nº 2. Los perseguidos

La historieta que abre el nº 2, “Los perseguidos, una competencia racial por el futuro”, de Nazario y Ulzurrún (6 páginas), relata la persecución policial y ejecución de un hombre que caminaba con su hijo en la calle. El niño escapa, pero uno de los policías lo persigue y lo acorrala, para matarlo; el niño reacciona sorpresivamente, y por un poder psíquico es él quien mata al policía; entonces el niño enuncia un argumento discursivo que nos trae el conflicto que originó la escena: “¡La humanidad nos ha dado sólo odio, y odio tendrá!… Mi padre trató de hacer que nosotros conviviéramos en mutua colaboración con la humanidad, ¡y la humanidad le dio muerte!… Ellos nos odian porque nos temen, saben que la raza nueva los destruirá, como los Cromañones destruyeron a los hombres de Neanderthal.” Esta historieta, en la cual también están planteados los problemas de la diferencia y la otredad, pone en suspenso la confianza sobre el orden general y niega la afirmación del mundo como es, para afirmar más bien un proceso natural (o cósmico) más profundo, el cual el orden político actual quisiera reprimir.

“El linchamiento” (Nº 4, sin firmas ¿Antonio Benedicto?, 5 p.), es una escena de racismo brutal, con un dibujo alargado e incisivo en las expresiones, y con una conclusión sorpresiva, pero no moralista. Todos los personajes son racistas, salvo la víctima ejecutada. La orientación al lector sobre lo que debe pensar está un poco más mitigada, y por ese medio reafirma precisamente su reclamo. En “Visita de inspección”, de Sergio Hazeldine y Miguel Aránguiz (Nº 15) tenemos la advertencia sobre la estupidez de la belicosidad humana, en ella los extraterrestres no ven la necesidad de destruir a la raza humana como peligro para todos los demás mundos, porque se destruirán ellos mismos. Tenemos la crueldad de los conquistadores humanos sobre criaturas que ellos tienen por inferiores y torpes, donde también está expresada la explotación de los trabajadores. Hay un par de esas historias, una es “Repetición” (sin firmas, Nº 15), donde los esclavizados hombres-gato matan finalmente a los humanos para liberarse, con los mismos procedimientos crueles con que éstos les inflingían castigos. La historia comunica la idea de extraterrestres más humanos que los humanos, y de nosotros como raza bárbara del universo, pero premunidos de un orgullo monstruoso; su grafismo es expresionista y “barroco”, es decir que junto a las formas grotescas y la línea gruesa, recurre al efectismo de las expresiones y los gestos de dolor o los actos de crueldad. El cuadro donde el último humano es sumergido en la caldera de ácido es interesante en esta doble línea de expresionismo y patetismo. Aquí vemos un puente que conecta a los relatos de anticipación con los de horror, más naturalmente que con los de aventuras de inspiración épica, en el sentido de que ambos géneros sintonizan en este patetismo fundamental, en lo literario y en lo plástico.

“Mundo Nuevo”, de Nazario y Ulzurrún (nº 7), y “Regresión”, de Germán Gabler y René Poblete (nº 8), dos historias de eco romántico, ponen en cuestión la confianza en la tecnología y la ciencia, a través del tema recurrente de los nuevos comienzos, que aluden al contexto de la inminencia real de la destrucción del planeta. En otras historias hay un fondo de confianza en que el nuevo comienzo, o los nuevos Adán y Eva han aprendido sabiamente del dolor de una catástrofe anterior. Por ejemplo, “Regreso al hogar” de Isabel de Hagel y Juan Araneda (nº 15), dice: “los hombres aprendieron a muy alto precio la forma de vivir en paz y luchar juntos contra la gran catástrofe… y entonces ya no cometeríamos los mismos errores”, mientras que en “Compensación”, de Nazario y Mario Igor (nº 1), vemos una nueva pareja inicial perfeccionada por una sabiduría superior, la cual, en un discurso grave, expresa el respeto al otro más débil en compensación de su propio error, al haber dañado a la pareja accidentalmente; allí la crítica es inversa: los extraños enseñan a los humanos lo que debe hacerse ante el propio error. Inferiríamos de ellas el mecanismo psicológico del arrepentimiento. Pero ambos argumentos dependen de una alta ciencia y tecnología. En “Mundo Nuevo”, en cambio, Atlán, cosmonauta cuya nave se estrelló en un mundo primitivo, decide no convertirse en el dios de la tribu que lo recoge, y destruye sus propias armas y su nave, renunciando al poder que estas le otorgarían alli, para unirse a esos hombres en su propia condición de vida, y enseñarles a pensar a partir de ella. “Regresión” sigue la línea de enseñanza moral de José Nazario, y profundiza la crítica; una misión es enviada al planeta Cirus para saber de la anterior y primera expedición colonizadora de hace 50 años atrás, de la cual no se tuvieron más noticias. Allí descubren una pequeña colonia humana, de cultura agrícola, materialmente rudimentaria y atrasada. El anciano líder de la colonia trata de convencer a los visitantes de que ellos viven en esa condición porque lo han escogido así, y porque desprecian su anterior vida en el mundo humano, representada en el progreso. Pero ante la inminencia de la intervención terrestre, el anciano los lleva a una cueva donde se guarda una caja con reliquias de la primera expedición. De ella saca un arma. Cometerá homicidio para la supervivencia de una posibilidad mejor. “¡Espera, viejo loco. No puedes matarnos! –¡claro que sí puedo hacerlo! Yo soy uno de los antiguos. Yo aprendí a odiar, como lo han hecho ustedes. ¿Qué importan vuestras vidas ante el milagro de un nuevo amanecer?”

La propuesta de Rocket, por lo tanto, conjuga posiciones diversas y variantes sobre temas comunes y reiterados, que se han tornado preocupaciones del pensar popular, que se está preguntado sobre el orden de las cosas, preguntando por la idoneidad de algunas cosas.

Herencia
Herencia

Puede percibirse además en los argumentos una “misión” de enseñanza y transmisión de valores morales. La mayoría de los dibujantes y argumentistas tenían esta concepción de la literatura para niños y jóvenes, que transmite el mensaje de “haz el bien”, recibido desde sus lecturas infantiles. Pero hoy día puede intuirse que lo nuevo de Rocket, ayudado por el género, no se debía solamente a la conjugación del contenido serio con la entretención, que implicaba en la tradición heredada una función didáctica y enciclopédica, sino la idea de se pueden transmitir conocimientos y sabiduría directas al lector. Sería importante remarcarlo. Esto se aprecia con nitidez en “Herencia”, de Themo Lobos (7p. Nº 2), comienza con un homicidio por ambición, “¡Ahí te pudras, idiota!” grita el asesino al muerto, mientras lo arroja afuera de la nave, al espacio. Una mente encuentra al cadáver, y aprovechando las últimas funciones vitales de su cerebro, inicia una búsqueda. Al fin encuentra hombres sin maldad, aunque para llegar a ellos debe asesinar a uno que sí la tiene. El objetivo de esta mente es traspasar de nuevo a la humanidad “la luz de la inteligencia, la llama de Prometeo”. Otro ejemplo simillar lo hemos visto en “Mundo nuevo”, donde se sugiere la idea de que la civilización humana fue empujada por sabiduría extraterrena. Themo Lobos, que en cuanto argumentista firma como José Nazario, puede considerarse como un propagador constante de esta idea, que ha recogido del didactismo cierta conciencia de una palabra sabia, transmitida al lector no ya como cita o referencia a una autoridad moral o literaria, sino venida del propio historietista. Esto implica la convicción de que la historieta es capaz de manejar sus contenidos al mismo nivel que la literatura o el cine. En eso tenemos un paso importante de las historietas en Chile.


[2] En la década del 60 Zig-Zag publica 33 revistas de historietas, llegando a sacar una historieta de la serie Disney cada día del mes. En cuanto a revistas saca “Eva” «Saber Corner”, “Confidencias” “Rosita”, “Telecran”, «Rincón Juvenil», «Gol y Gol», “Vea” y “Ercilla“, además de fotonovelas y fotoromances; buscando convertir a los distintos miembros de la familia en consumidores, publica una revista para cada día de la semana. Lord Cochrane, por su parte, produce las revistas “Ritmo», «Cine Amor», “Vanidades», “TV-Guia», «Chef», «Corin Tellado», “Paula” y «Mampato”. En Zig-Zag a fines del período las revistas representan el 90% del volumen total de ventas por año, mientras los libros alcanzan sólo al 10%: en Lord Cochrane las revistas representan el 95% y los libros menos del 5%. Bajo la presión de esta incipiente industria cultural (que abre las puertas a la industria transnacional) se dan situaciones legislativas insólitas, como un decreto-ley que rebaja los aranceles y permite la libre importación de papel a condición que sea destinado a revistas y no a libros (cita nº 27: Informe Corfo Industria Editorial», op. cit. p.21. Decreto 1369 de 1968 establece rebajas de derechos al papel para impresión.) Subercaseaux, Bernardo: La industria Editorial y el libro en Chile (1930-1984) Ensayo de interpretación de una crisis. Céneca. Santiago de Chile, octubre de 1984. (p. 28).

[3] Rojas Flores, Jorge: Las historietas en Chile, 1960-1980. Industria, discursos y prácticas sociales. Santiago, Tesis para optar al grao de Doctor en Estudios Americanos, mención Historia, facultad de Humanidades, Universidad de Santiagos de Chile, 2012. En el subcapítulo 4.14.- Alegorías políticas en la ciencia ficción p.162-164, se refiere al sentido crítico y político de varias historias de Rocket.

[4] Jorge Rojas Flores nos da una excelente y documentada revisión sobre el curso y los puntos de debate teórico del problema de los cómics en la cultura de masas, en especial en el capítulo 2 de la primera parte: “El debate sobre la cultura de masas”. Op. Cit.

[5] Conocí este debate gracias a Francisco Ortega en la charla “La narrativa gráfica fantástica: Las historias que hay que contar”, durante el 3º festival Viñetas del fin del mundo, UST, Santiago, Miércoles 05 Octubre de 2011. Allí Ortega la documentaba como una idea refutada por la historia del género, aunque es interesante notar que en su propia novela gráfica “1899 Cuando Los Tiempos Chocan” (Francisco Ortega y Nelson Daniel, 1899), la historia se ubica en un Chile industrializado, productor de tecnología, gracias a un particular mineral hallado en el territorio.  

DESEMBARCO EN ROCKET. 1: los datos

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Portada del nº 7
Portada del nº 7

Rocket fue una revista de historietas de ciencia ficción, creada en Chile en 1965, lanzada por la Editorial Zig Zag, y que alcanzó los 29 números quincenales. Fue un proyecto de adaptación de la idea del comic book estadounidense, es decir que ya no era miscelánea como las anteriores revistas de historietas chilenas, sino dedicada a un género particular. Su éxito dio pie a la consecutiva eclosión de revistas de historietas chilenas de Zig Zag, donde se presentaron muchos temas y géneros con relatos y personajes creados por artistas nacionales, y que se mantuvo hasta la primera mitad de los años 70. En ellas, el género historietístico de aventuras de dibujo realista tuvo un desarrollo especializado e interesante.

TRAYECTORIA EDITORIAL

Según puede desprenderse de los diversos testimonios orales y escritos,[1] Rocket fue un proyecto concebido y presentado a Zig Zag por el dibujante y guionista Themo Lobos, quien asumió su dirección, aunque fue la empresa quien quedó como propietaria de la revista, de acuerdo tal vez a la costumbre de aquel tiempo respecto a la propiedad intelectual y las marcas de nombres. Por lo mismo, fue realizada en el Departamento de Historietas de la Editorial[2], donde los dibujantes y guionistas laboraban en las dependencias de la Editora, ganando según cada página producida.[3] No obstante, cuando Lobos abandonó el proyecto, poco más de un año después de su aparición, Zig Zag respetó su propiedad artística y cerró la revista, para continuar la idea seis meses más tarde bajo el nuevo título de Robot, en la cual siguieron escribiendo y dibujando varios de los colaboradores de Rocket. Según los mismos testimonios, Themo Lobos dejó la revista debido al agobio del trabajo administrativo, al cual no se pudo someter, y no a un declive de lectores o a un cambio de idea editorial. Al contrario, en la sección de correo del Nº (26) se anunciaba su salida semanal, respondiendo a las solicitudes de los lectores. Desafortunadamente, cerraría tres números después.[4]

Cristián Díaz Castro[5] informa que Rocket salió a circulación en febrero de 1965, y considerando su periodicidad quincenal, el último número (29) fue probablemente de marzo de 1966. Robot apareció en septiembre de 1966 y el último número (10) es de enero de 1967. Rocket publicaba en cada número entre 5 y 6 historietas cortas, de entre 4 a 8 páginas, y excepcionalmente de 10 ó 12 páginas, e incluía historietas cómicas y páginas de humor, además de una o dos páginas en cada número de la serie didáctica “El camino del espacio”. Robot, en cambio, presentó historias más largas, de entre 10 y 12 páginas, o más, y no incluyó humorismo, pues la editorial lo separó el mismo año 66 en otra revista: «Comicnauta».[6]

De izq.. A derecha:, Cristian Pardow, Adolfo Urtiaga, Themo Lobos, Maximo Carvajal, Juan Francisco Jara, René Poblete, Lincoln Fuentes. Fotografía de Lincolnl Fuentes, publicada en entrevista por mauricio García en Ergocomics. http://ergocomics.cl/wp/2003/05/lincoln-fuentes/
De izq.. A derecha:, Cristian Pardow, Rodolfo Urtiaga, Themo Lobos, Maximo Carvajal, Juan Francisco Jara, René Poblete, Lincoln Fuentes. Fotografía de Lincoln Fuentes, publicada en entrevista por Mauricio García en Ergocomics. http://ergocomics.cl/wp/2003/05/lincoln-fuentes/

DIBUJANTES Y ARGUMENTISTAS

Aprovechamos aquí los recuentos de Cristián Díaz Castro:

Dibujantes: Gilberto Ulzurrún, Abel Romero, Themo Lobos, Juan Francisco Jara, Christian Pardow, Máximo Carvajal, Lincoln Fuentes, Luís Rosales, Germán Gabler, René Poblete, Juan Araneda, Oscar Camino, Andrés Núñez, Ricardo González, Miguel Aránguiz, Enrique Calvo, Luís Cerna, Ismael Chirón, Bernardo Aravena, David Maturana, Debe agregarse a Rubén Orellana y J.R. Gutiérrez.

Argumentistas: José Nazario (Themo Lobos), Germán y Guillermo Gabler, Isabel de Hagel, Alan Time, Eduardo Smith, Hernán Escobar, Sergio Hazeldine, Nelson Rivera.

Páginas de Humor: Ric, Luís Cerna, Charles, Estades, Hervi, Rufo, Guidú, Pal, Jorcar, Felguerra, Themo Lobos, Chiko y Jalid.

Historietas humorísticas de Themo Lobos y Adolfo Urtiaga.

Los textos y dibujos de la página “El camino del espacio” son de Miguel Aránguiz. Themo Lobos, Máximo Carvajal, Christian Pardow, David Maturana, son, en general, sus propios argumentistas. Juan Araneda es autor de “El visitante” (Nº 8) y “Ficción”, (Nº 17). Lincoln Fuentes es autor de “El camarada” (Nº 13). “Recuerdo” (Nº 29), está firmada por E. Dazid.

DEFINICIÓN DE GÉNERO E INFLUENCIAS

No parecía crucial para el trabajo de los argumentistas y dibujantes tener una exactitud conceptual del género literario (ciencia ficción, fantaciencia, anticipación u otras definiciones). Buscando hoy esa exactitud dura, probablemente se trata de fantaciencia. De cualquier modo, aceptamos la autodefinición de C/F dada por la misma revista, lo que quizá es decir de Themo Lobos, que era un conocedor atento, en la apertura de la sección “La nave correo” (Nº 9), donde responde a un lector:

  • Tiene razón al indicarnos que lo que se ha publicado en ‘Rocket’ no es ‘ciencia ficción’ sino ‘historietas de anticipación’. Pero el nombre ‘ciencia ficción’ es más amplio y nos da más campo para los temas, ya sean científicos, fantásticos, o de ‘anticipación’.

Según se desprende de una revisión de sus temas e imágenes más frecuentes, Rocket estaba dedicada especialmente a imaginar la aventura espacial (vista como conquista, exploración científica o explotación de riquezas), al avance científico-tecnológico del futuro, representado en los robots y en las máquinas del tiempo, y al encuentro con los alienígenas, o con mundos y seres desconocidos, en claves de amistad o guerra. El Nº 10 estuvo dedicado a los robots, y el Nº 22 a los Ovnis. En este último, el texto editorial incluido en la primera página dice:

  • La fiebre de los Ovnis o platillos voladores ha recrudecido. Han sido observados nuevamente y con gran frecuencia en Chile y el resto del mundo. ¿Qué son? ¿De dónde vienen? ¿Qué intenciones traen? ¿Acaso proceden de la misma tierra? ¿O son emisarios de una civilización que existe en otro sistema solar, y pretenden invadirnos? ¿Serán observadores de nuestro mundo, así como nosotros, los terrestres, observamos y sondeamos los demás planetas de nuestro sistema solar?

Es un espectro de ideas y de interrogantes que nos informan sobre las líneas manejadas para los argumentos y contenidos. Según las referencias citadas, así como en un artículo escrito por Máximo Carvajal, las fuentes nutricias directas y principales para nuestros autores fueron la revista argentina Mas Allá, y la colección española Nebulae. “Más Allá pondría a nuestro alcance a Asimov, Damon Knigh, W. Tenn, Clarke, Bradbury, Clifford, Simak, Van Vogt y a toda una pléyade de maravillosos soñadores, que constituirían para nosotros otras tantas ventanas a sus múltiples mundos.”[7] También se ha citado últimamente a la serie televisiva “Dimensión desconocida” (The Twilight Zone) como probable influencia en su orientación social y moral.[8] La relación es sugerente, puesto que hay una correspondencia en ese sentido, sin embargo no es citada por los protagonistas, sólo algunas historias de Rocket coinciden con su temática, además que debería confirmarse si para 1965 ya se transmitía esta serie en Chile, teniendo en cuenta además que la TV no se masificó entre las clases medias y populares sino hacia fines de la década 60.[9]

RECUENTO DE TEMAS EN ROCKET

Ordenados, aproximadamente, en su relación de mayor a menor presencia:

Viajes espaciales como viajes de expedición, descubrimiento o comercio.

Conquista de otros planetas, explotación de riquezas, escalavizaciones.

Alienígenas, contactos amistosos o guerreros.

Humanos como invasores / extraterrestres como invasores.

Viaje en el tiempo. Máquinas del tiempo. Paradojas temporales.

Robots y androides, como amigos ayudantes / como amenaza.

Guerra nuclear. Guerra(s) final(es).

Nuevos Adanes y Evas. Nuevos comienzos de la humanidad.

Mundos felices.

Prehistoria / Futuro. Hombres prehistóricos/ hombres del futuro.

Contacto entre hombres del futuro y hombres primitivos, tribales.

Historias detectivescas. Agente o investigador versus criminal.

Especulación sobre misterios o mitos del pasado.

El subconsciente, la mente, lo desconocido.

Amenazas espeluznantes o inquietantes.

Temas anteriores en clave de comedia y humor.

Especulaciones sobre supervivencias del nazismo hitleriano.

Localizaciones en Chile (2 veces)

Intrigas de romance y rivalidades amorosas.

Caso real de encuentro con extraterrestres (1 vez)

Narración poética, impresionista, sin conflicto dramático (1 vez)

Combinación C/F Western (1 vez)


[2] Según Hasson, el Departamento se creó a fines de 1964. Véase: http://ergocomics.cl/wp/2012/08/la-cf-en-suenos-maravillosos-y-mundos-fabulosos/ Véase también sobre el Departamento de Historietas de Zig Zag el artículo de Mauricio García en: http://ergocomics.cl/wp/2012/09/elisa-serrano-la-mujer-tras-la-historieta/

[3] Pérez Cartes, José: “La historieta chilena”. En: Pequeña historia de la historieta. Memoria de título. Escuela de Periodismo, Universidad de Chile. Julio de 1972. (p. 99)

[4] Máximo carvajal sugiere que también hubo problemas de censura de parte de Zig zag: “Mucho se ha especulado para explicar el término de la aventura. Un desacuerdo de Lobos con la empresa, la revista se había puesto demasiado inteligente, blanco para un macarthismo criollo que, sin duda, existía ya en aquel entonces.” Máximo Carvajal: ” EL ROCKET. Un tiro al corazón del cómic”, artículo gentilmente facilitado por Mauricio García, cuya publicación recomendamos.

[5] Díaz Castro, Cristian: La historieta en Chile (4). Revista Latinoamericana de Estudios sobre la Historieta, Nº 9. 2003 – año 3 – volumen 3. Observatorio permanente sobre la historieta latinoamericana. http://www.rlesh.110mb.com/

Las fechas rastreadas por Cristián Díaz se basan en números que aparecen fechados, y a partir de ahí es inferible la quincena, semana o día de aparición. Si no existen dataciones en las mismas publicaciones, están deducidas a partir de cuando es indudable su mes (ediciones de Navidad o fiestas patrias), conservando un margen de error porque la periodicidad podía variar. (Comunicación de Cristián Díaz).

[6] Conversación con Moisés Hasson. Respecto a Comicnauta, Cristián Díaz la indica en el año 1966, con periodicidad mensual, llegando a los 12 números. Véase Cristián Díaz, loc. cit.

[7] Máximo Carvajal: ” EL ROCKET. Un tiro al corazón del cómic”, referencia citada en nota 4. Véase también: http://saladehistoria.com/wp/2010/05/01/revista-rocket-zig-zag/. Y en general para la ciencia ficción y su presencia en Chile, el Blog ya citado de Moisés Hasson: http://bibliotecajuntoalmar.blogspot.com

[8] programa radial Viñetas del Fin del Mundo #67. Entrevista de Carlos Reyes G. a Moisés Hasson sobre Ciencia Ficción en Chile. http://www.podcaster.cl/page/2/?s=vi%C3%B1etas+del+fin+del+mundo. Aparte de este comentario que debe establecerse, la entrevista es interesante y experta.

[9] Véase: Torti, Juan Ángel: Televisión Chilena. Sus primeros pasos (1959-1973). Ediciones Emege comunicaciones. Santiago, 2005.