
En el libro El dibujo de desnudo. Visión y concepto, los profesores chilenos Pedro Millar y Magdalena Vial, (Ril Editores, 2008), dan la siguiente definición :
Pareciera ser que el impacto de ciertos dibujos no pudiera explicarse solo a partir de la facilidad de ejecución, el tema o las ideas culturales implícitas en ellos, ya que ciertas obras del género poseen el poder de retener nuestra atención y generar estados emotivos que desbordan sus contenidos representacionales. Tales obras, dice Nathan Goldstein, poseen de modo notorio algo que reconocemos como “vida plástica”, una sucesión de actividad, ritmo, tensión, síntesis formal, de la que se generan estímulos que el observador sensible puede reconocer.
Es una síntesis impecable, porque en ella se articulan los aspectos centrales del trabajo de dibujar y de la mirada.
Mencionan dinamismos invisibles (las tensiones, los ritmos), los rastros del cuerpo que dibuja (la facilidad de ejecución, el trazo), y elementos discursivos como los temas y las ideas culturales. Podríamos decir que hablan de dinamismos invisibles o cualidades de vida que arrancan desde los elementos visibles y materiales, así como de diálogos.
En este punto podemos cerrar la pregunta de cuándo o cómo se puede decir que un dibujo sea bueno o malo, reconociendo que esa pregunta sea una mala pregunta ya que se demuestra muy limitada. Pero esa mala pregunta es la que permitió llegar aquí.
Un “mal” dibujo en el arte sería el que no provoca en alguien interés cultural ni interés visual. ¿Pero habrá un solo dibujo que no interese a nadie por al menos uno de esos aspectos? Parece volver intacto el problema de la relatividad que causó la pregunta, de nuevo estoy en el punto de partida. Decir que transmite o no transmite vida y movimiento queda sujeto a los juicios particulares, es frustrante.
Y a pesar de esa duda, ahora es cuando puedo decir con seguridad que los dibujos de Copi tienen por sí mismos, aparte de sus temas, cualidades gráficas como el trazo y la elaborada simplicidad expresiva, mientras que los de Calpurnio nos provocan y desafían en sentido cultural, no tanto por su estilo sino por su cita del estilo infantil y el fuera de campo de los demás estilos. Independiente que no gusten a todos, plantean un saber del dibujo. Asimismo tantos otros con gran dominio académico o de oficio pero fríos o aburridos.
Pero cabe de cualquier modo comentar que la definición de los profesores Vial y Millar, al menos a mi parecer, apunta a casos sobresalientes o excepcionales, definiendo las obras de arte plástico sobresalientes por su cualidad de vida plástica. El crítico de arte Bernard Berenson también resumía las obras que le interesaban como aquellas que son «vivificantes», y esa definición se articula con la de Nathan Goldstein (citado) porque Goldstein menciona los elementos (generalmente materiales) que al relacionarse interiormente producen movimientos, fuerzas, tensiones, ritmos, que sobrepasan los temas y pueden hasta independizarse de ellos. Sin embargo, aunque nos aclara bastante, esta pequeña búsqueda no era por la definición de dibujos sobresalientes o de obras maestras, sino solo suficientes para despejar el problema del demasiado subjetivismo en nuestros juicios, problema que nos dejaba en un limbo de relatividades.
En una escuela o taller donde los y las alumnas quieren aprender a dibujar, se evalúa el dominio suficiente de problemas propios del oficio como la construcción, la perspectiva, la proporción, también el manejo de las técnicas y los instrumentos. Son elementos visibles y materiales. Tal dibujo está bien y tal otro no, de acuerdo a esos parámetros. En ese sentido los profesores Mayor y Villegas hablaban de dibujos “malos”.
Los y las profesoras no nos piden trabajos de sensibilidad lineal o libertad del trazo, tampoco nadie puede pedir obras de arte a los aprendices, lo que hacen es tratar de que reconozcamos esas cualidades, y desde luego cuando las ven las incluyen en su calificación. Pero luego de aprobar y tener un dominio suficiente, se trata de que aquellas cosas invisibles se hagan sensibles. La pregunta por bueno o malo, a fin de cuentas, solo apuntaba a la modesta cualidad del cuidado. Dibujar bien quiere decir dibujar cuidadosamente, en su base humilde y difícil.
