El dibujo de Chris Ware

El precio de los libros de Ware en el fin del mundo, y su ausencia en bibliotecas públicas, hacen que estas notas estén basadas especialmente en las imágenes y fragmentos que se encuentran en Internet, y en la intuición.

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Building Stories.  Espectacular ladrillo-a-ladrillo de la narración 

Como sabemos, los cómics de Chris Ware son continuos ejercicios intertextuales sobre los mismos cómics y sus formatos, especialmente los infantiles y tradicionales de ciertas épocas de oro en Estados Unidos. A través de ellos, se abren a un enfoque sobre la cultura estadounidense y los sujetos que componen el mundo contemporáneo. Pero no se trata simplemente del ejercicio de cita. Diríamos que es la nostalgia sumergida en un baño de ácido, ingrediente solicitado por sus lectores bienpensantes.

Los dibujos de Ware refieren a una significación icónica que ya está ahí, en la historia del género, pero más que reproducirlos bien y con estilo personal (que ya es difícil para tantos de nosotros), lo que hace es llevarlos a situaciones grotescas, psicologías desaforadas de humor negro, y de ese modo les inyecta la acidez contemporánea, que por lo mismo no puede ser tomada completamente como la desesperación de un atormentado romántico-existencialista. En último término este humor puede ser la expresión de un sujeto lúcido aunque políticamente apático.

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Diseño narrativo absoluto

Pero lo notable no está en el elemento amargo, sino en la invención de una forma nueva y brillante de diseño narrativo, junto a su reelaboración –su redibujación– impecable de los signos gráficos de los cómics. Desde luego, estrictamente no es lo mismo el dibujo que el diseño. El talento de Ware como dibujante se percibe en la línea, en las formas de los cuerpos, en la composición espacial de los cuadros, pero su diseño de la lectura, o diseño narrativo es la cuestión sorprendente y nueva. Referido también a formas y formatos históricos, es un ámbito paralelo al dibujo de figuras y ambientes.

La obsesión por recapturar y revivir la fascinación por los cómics de las eras doradas a la vez que el mismo grado de obsesión por destruir esa nostalgia resulta en un desgarro, que en cierto sentido es el contenido fino e irreductible que se quiere expresar. Este desgarro no es ni con mucho particular de Chris Ware, es un tema que viene hace años, en distintas maneras y en diversos autores, entre los cuales cabe mencionar al neozelandés Dylan Horroks. Tampoco la construcción del relato y del libro en base a citas de los formatos de las eras doradas es exclusiva, pues la coincidencia con Daniel Clowes salta a la vista, así como el humor negro con el que ambos cargan la nostalgia.

Chris Ware nos jalona por un lado hacia la admiración por el dibujo y el diseño impecable, claro, cuidadoso, y hacia el otro lado por la desesperación de la mentira de ese mundo de maravilla visual. Creo que eso queda patente en la amargura psicológica de Jimmy Corrigan. Y aunque ese contenido perverso es un tópico aceptado y popular, tal vez haya algo de dolor real.

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La amargura perversa versus el deseo de inocencia no son lo más original de Ware. En cualquier caso no es el único autor comprometido en esos temas. Lo nunca visto antes es el diseño. Y eso se observa en la influencia que tiene sobre autores jóvenes y viejos, de las tendencias más disímiles, por explorar sus sugerencias narrativas. El diseño de sus páginas y libros es apolíneo y transparente, diurno, abstracto, además de caro y lujoso. Y el diseño narrativo de sus relatos, que es su aporte singular y brillante, es independiente y queda a salvo de la oposición entre nostalgia y desilusión.

El dibujo de los cómics es un modo de dibujo. Y un modo que, tal como en las otras artes, se divide en varios sub-modos, según sus fines diversos, y también en lo que llamamos «estéticas» y poéticas.

Existe por ejemplo el dibujo académico de figura humana, o el dibujo que un escultor traza en el espacio. El dibujo arquitectónico y el dibujo de los niños, el dibujo de algunos surrealistas interesantes, el dibujo de Miró, o el dibujo de gente que dibuja muy bien y de otros que simplemente dibujamos. Pero a pesar de la pericia de unos y otros, siempre hay en todas partes dibujos interesantes, inteligentes, vivos.

El dibujo de Ware tiene un grado alto de codificación. Diría que lo primero que hace es darnos a significar el concepto «cómic». Las líneas, las formas de las figuras representan una tradición o mejor dicho una escuela del cómic estadounidense, que es la que vive con la gran industria cultural. También el dibujo de Ware se liga en buena parte a la bande desinée franco belga, al mundo europeo de la industria editorial, es decir, las metrópolis, la parte más vistosa del mundo.

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Este estilo o forma de dibujo nos da a significar el cómic y funciona con los elementos del lenguaje, como la viñeta, la continuidad, el formato y la publicación. Es un dibujo que nos habla de una manera muy codificada. Las cabezas redondas, las líneas continuas y moduladas, las formas perfectamente cerradas y separadas en su lugar espacial. Hay estilos y escuelas de dibujos que hacen nuestra idea del cómic y sus géneros.

Ware y Clowes coinciden en este trabajo de estructurar sus relatos y sus libros con la cita de formatos, de ahí la codificación de formas, líneas, proporciones y rasgos, dentro de esta tradición o escuela de la línea modulada y la forma visualmente limpia. El trazo en Ware o Clowes es una abstracción, no se siente el pulso, el brazo, la pluma, lo que se siente, o más bien lo que se entiende es la idea, la codificación, la cita intertextual, el lenguaje y desde luego la industria, el medio.

Vicho Plaza