Claudio Romo, mutaciones de la cultura popular

Sobre el ilustrador chileno Claudio Romo

Por el gatovicente, mayo 2020 [i]

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Estoy mirando el cielito de mi pieza, ignorante sorprendido de tantas cosas que se han pensando tan profundas, y que se están haciendo en este minuto, profundas y bellas, a pocos metros de mí.

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Claudio Romo nació en Talcahuano, Chile. Estudió Pedagogía en Artes en la U. de Concepción, y luego hizo un posgrado en Artes especializado en Grabado, en la Unam, de ciudad de México, lugar donde no cabe duda hay saberes sobre cultura popular y sobre grabado popular. También nosotros tenemos un poco.

Es uno de los creadores de imágenes más singulares e influyentes surgidos en Chile y latinoamérica las últimas décadas. Sus imágenes tienen la cualidad de pregnar cuando las conoces. Luego, cuando lo escuchas o lees sus entrevistas, sus ideas pregnan el mate. Los libros como galerías en un lugar donde no las hay. Las artes bastardas son las artes, la academia retrasa. Las imágenes pueden contribuir a la mística de un pueblo que lucha y la necesita. Se es uno más en una cadena de imaginadores.

Sus relatos y sus imágenes son claras y asequibles, no hay complejidad de arte contemporáneo que nos excluya, no hay elitismo conceptual. Esto se ve en el propio dibujo, su tendencia a los ambientes luminosos y diurnos, donde cada objeto, figura o ser son nítidas, sin sombras o zonas en penumbra. Hay un enigma en ellas, y su misma nitidez lo refuerza. Pero sus ideas políticas sobre las imágenes dejan claro que no son para especialistas que las descifren. Al contrario, son hechas para públicos numerosos, para expandir ideas visuales que ayuden a llenar la necesidad que tenemos de arte, un arte largamente contemplable, cuyo acceso en la sociedad contemporánea es difícil.

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Los enigmas surgen particularmente cuando, a partir de un momento de su trayectoria, tal vez (digo tal vez) después de su Álbum de la flora imprudente, Claudio empieza a presentarnos cuerpos en estado de mutación. Creo que más que ilustrar procesos ya concluidos, se trata del momento mismo de la mutación, es decir dibuja cuerpos desde los cuales está emergiendo un apéndice anatómicamente monstruoso, inesperado, o recibiendo una incrustación biológica o mecánica que se acopla de un modo revulsivo, porque repele a la lógica, y esto –dicho de paso– implica el trabajo de dibujar un presente, y no tradicionalmente un acto o momento ya pasado. Esos cuerpos no están sufriendo, no se duelen gritando, no se aterran, más bien están mutando en silencio y hasta observan serenamente su cambio. No hay dramas, no hay tragedias o comedias, sino momentos de maravillas inusitadas que nos asustan y sorprenden. Quizá la palabra más apropiada no sea enigma sino inquietud.

Lo monstruoso ocurre con claridad en su serie de portadas para las historias In Absentia Mortis, los dos volúmenes de Fragmentos de una biblioteca transparente (textos de Alexis Figueroa), Kafkafarabeuf (texto de Mario Bellatin), Nueva Carne, Monstruos mexicanos, entre otros libros y grabados. La pista está en las propias palabras de Claudio : “La naturaleza no busca la normalidad sino la diferencia… La normalidad, es decir la normalización, estanca, detiene.”[ii] Se deduce que la normalización es una operación cultural que envuelve la voluntad de que todo sea como se quiere que sea. La voluntad de reprimir probablemente es lo de nosotros que se asusta. No poder negar que esas criaturas dibujadas, esos cuerpos extraños somos nosotros, y que hay personas, algunos artistas como Claudio Romo, que por alguna razón poseen una potencia anti-represiva, que alcanza además a sobrepasar la categorización de los géneros.

Quizá no sea el miedo, sino el misterio de lo oculto, de lo reprimido-liberado, pero no en una explosión violenta catártica, psicoanalítica de los deseos y “el deseo” o el falo, sino en presencias silenciosas, temporales, corpóreas y macizas que inquietan. Esa sensación me causan los cuerpos de Nueva Carne, dibujos en tinta donde la retícula de fondo probablemente sea como la de Eadweard Muybridge, la de la razón y la ciencia que estudia el movimiento de los cuerpos. ¿Pero Claudio Romo estudia el movimiento de la mutación natural, o el de la imaginación? Seguramente ambas, y habría que agregar el movimiento de las mutaciones e injertos culturales, la de la biomecánica a pedazos en primer lugar, y también la de las culturas populares. Los monstruos mexicanos, las criaturas chilenas de La Lira Popular, las criaturas de gabinetes melancólicos, se mezclan de modo áspero, contundente, ellas pueden no sentir dolor, pero nuestro cuerpo duele en respuesta a sus desgarros.

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Se comunican con zonas o ámbitos que la sociedad restringe pero que nos atañen, sobre todo bajo una élite de poder tan desgraciadamente inculta como la chilena desde hace décadas. Las mutaciones de cultura, los desórdenes culturales –tampoco deseados por las culturas oficiales–, son pedazos de culturas populares que se injertan unos en los cuerpos de otros, y viceversa. Las hacen populares no solo las referencias a luchadores o a los animales fantásticos, a costumbres y ceremonias, sino que sean rechazadas por la cultura elitaria, lo mismo que los grabados populares, las historietas, la ciencia ficción, el terror. La cultura popular no se define tanto por su oposición a la cultura “culta” del saber histórico, científico, artístico, sino por su oposición al poder, pero sin perder de vista que, tal como lo enseña Stuart Hal[iii], es la cultura del poder la que ataca primero, pues quiere cambiar –reformar– según su conveniencia las costumbres del pueblo pobre, y lo hace por imposición. Así entiendo yo el sentido de lo que llamamos resistencia, sea social o simbólica. Lo popular es un territorio en disputa, y ya no se define por su folclore sino por su resistencia al poder.

Estas mutaciones de la cultura popular en las criaturas de Claudio Romo pueden verse, creo yo, en los dos volúmenes de Fragmentos de una biblioteca transparente : allí se entrecruzan y se mezclan personajes y mundos chilenos, mexicanos, y de cualquier país o cualquier mundo posible. En el primero los textos de lejanísimos y raros libros reabiertos por la imaginación de Alexis Figueroa son ilustrados por Claudio, en el segundo libro ellos invierten el circuito y al hacerlo rompen la lógica productiva de la literatura ilustrada, pues Alexis ficciona libros y autores, ediciones y comentarios críticos a partir de los seres y las escenas ya dibujadas por Claudio, produciendo en esa inversión una nueva mutación inusitada, y en los textos hallamos lo antiguo y lo actual, lo criminal y lo inocente, el barro y las bibliotecas. Entre ambos también se ve la evolución del dibujo.

En trabajos también recientes como Tavola Esmeraldina o Crónica de los Mundos Subterraneos (Logos Edizioni), Claudio vuelve paralelamente a los mundos soñados, cercanos a la maravilla de los cuentos infantiles y juveniles.

Finalmente destacar la lucidez de Claudio Romo y Alexis Figueroa como editores y motores de nuevas generaciones de narradoras y narradores visuales.

El gabinete verde, anclado en Talcahuano, de : Herbolaria Memorable


[i] Esta aproximación parte desde el comentario publicado como referencia de Claudio Romo como invitado especial en Dibujos que Hablan 5. http://dibujosquehablan.cl/claudio-romo/

[ii] En : DOS TERCIOS, con entrevista en video muy recomendable. https://dostercios.cl/entrevista/claudio-romo

[iii] Hall, Stuart (1984) Notas sobre la desconstrucción de “lo popular”. Publicado en Samuel, Ralph (ed.) Historia popular y teoría socialista. Crítica, Barcelona. Recuperado de: http://www.nombrefalso.com.ar.

Las ilustraciones para este post fueron mayormente tomadas del facebook del autor.

¿Buen o mal dibujo? (3/3) Posibles respuestas

Encontrado en la calle, agosto de 2019

En el libro El dibujo de desnudo. Visión y concepto, los profesores chilenos Pedro Millar y Magdalena Vial, (Ril Editores, 2008), dan la siguiente definición :

Pareciera ser que el impacto de ciertos dibujos no pudiera explicarse solo a partir de la facilidad de ejecución, el tema o las ideas culturales implícitas en ellos, ya que ciertas obras del género poseen el poder de retener nuestra atención y generar estados emotivos que desbordan sus contenidos representacionales. Tales obras, dice Nathan Goldstein, poseen de modo notorio algo que reconocemos como “vida plástica”, una sucesión de actividad, ritmo, tensión, síntesis formal, de la que se generan estímulos que el observador sensible puede reconocer.

Es una síntesis impecable, porque en ella se articulan los aspectos centrales del trabajo de dibujar y de la mirada.

Mencionan dinamismos invisibles (las tensiones, los ritmos), los rastros del cuerpo que dibuja (la facilidad de ejecución, el trazo), y elementos discursivos como los temas y las ideas culturales. Podríamos decir que hablan de dinamismos invisibles o cualidades de vida que arrancan desde los elementos visibles y materiales, así como de diálogos.

En este punto podemos cerrar la pregunta de cuándo o cómo se puede decir que un dibujo sea bueno o malo, reconociendo que esa pregunta sea una mala pregunta ya que se demuestra muy limitada. Pero esa mala pregunta es la que permitió llegar aquí.

Un “mal” dibujo en el arte sería el que no provoca en alguien interés cultural ni interés visual. ¿Pero habrá un solo dibujo que no interese a nadie por al menos uno de esos aspectos? Parece volver intacto el problema de la relatividad que causó la pregunta, de nuevo estoy en el punto de partida. Decir que transmite o no transmite vida y movimiento queda sujeto a los juicios particulares, es frustrante.

Y a pesar de esa duda, ahora es cuando puedo decir con seguridad que los dibujos de Copi tienen por sí mismos, aparte de sus temas, cualidades gráficas como el trazo y la elaborada simplicidad expresiva, mientras que los de Calpurnio nos provocan y desafían en sentido cultural, no tanto por su estilo sino por su cita del estilo infantil y el fuera de campo de los demás estilos. Independiente que no gusten a todos, plantean un saber del dibujo. Asimismo tantos otros con gran dominio académico o de oficio pero fríos o aburridos.

Pero cabe de cualquier modo comentar que la definición de los profesores Vial y Millar, al menos a mi parecer, apunta a casos sobresalientes o excepcionales, definiendo las obras de arte plástico sobresalientes por su cualidad de vida plástica. El crítico de arte Bernard Berenson también resumía las obras que le interesaban como aquellas que son «vivificantes», y esa definición se articula con la de Nathan Goldstein (citado) porque Goldstein menciona los elementos (generalmente materiales) que al relacionarse interiormente producen movimientos, fuerzas, tensiones, ritmos, que sobrepasan los temas y pueden hasta independizarse de ellos. Sin embargo, aunque nos aclara bastante, esta pequeña búsqueda no era por la definición de dibujos sobresalientes o de obras maestras, sino solo suficientes para despejar el problema del demasiado subjetivismo en nuestros juicios, problema que nos dejaba en un limbo de relatividades.

En una escuela o taller donde los y las alumnas quieren aprender a dibujar, se evalúa el dominio suficiente de problemas propios del oficio como la construcción, la perspectiva, la proporción, también el manejo de las técnicas y los instrumentos. Son elementos visibles y materiales. Tal dibujo está bien y tal otro no, de acuerdo a esos parámetros. En ese sentido los profesores Mayor y Villegas hablaban de dibujos “malos”.

Los y las profesoras no nos piden trabajos de sensibilidad lineal o libertad del trazo, tampoco nadie puede pedir obras de arte a los aprendices, lo que hacen es tratar de que reconozcamos esas cualidades, y desde luego cuando las ven las incluyen en su calificación. Pero luego de aprobar y tener un dominio suficiente, se trata de que aquellas cosas invisibles se hagan sensibles. La pregunta por bueno o malo, a fin de cuentas, solo apuntaba a la modesta cualidad del cuidado. Dibujar bien quiere decir dibujar cuidadosamente, en su base humilde y difícil.

Influencia del asesinato de Camilo Catrillanca en nuevas ilustraciones, viñetas e historietas

SOBRE EL TEMA MAPUCHE EN LAS HISTORIETAS CHILENAS [2]

Francisco Visceral Rivera

Este comentario tiene por base una pequeña recopilación de dibujos en Internet, desde el 15 al 29 de noviembre de 2018, que no es exhaustiva del todo, pues naturalmente debe haber muchos faltantes. Especialmente los dibujos que pude ver en facebook. En este mismo momento se puede buscar en Internet dibujo, caricatura o gráfica asociada al nombre Camilo Catrillanca, y los resultados son pocos en relación a las fotografías, videos, memes o composiciones mixtas. Termina el 28-29, cuando se comenzó a difundir la salida de la serie animada Guardianes del Sur, de Guido Salinas, que continúa la línea tradicional chilena vuelta al pasado, ya tratada en el artículo anterior, pero que posiblemente necesite más estudio, y en dicha serie particularmente sus discursos promocionales.

Claudio Huenchumil

Tomando en cuenta los dibujos nuevos, movidos directamente por el caso que ha conmocionado, o inéditos y dados conocer apropósito, hay una línea que asume una voz mapuche, reivindicando su iconografía, y en ella varios objetivos (denuncia, indignación, solidaridad, rebeldía, tristeza), y otra línea de humor y opinión gráfica con voces chilenas críticas al poder y al estado chileno (la policía, la política, la violencia del estado, la impunidad, la historia). Estas últimas al parecer son más numerosas que las primeras, y directamente originadas por el caso, y que en la evolución posterior del móvil crítico, entrelazándose con otros asuntos del poder chileno, motiva a autores poco críticos en el sentido político y social, como Olea o Montt. Pero he optado por reproducir mayormente las de identificación o voz mapuche. 

José Huichaman

Pedro Melinao

Pedro Melinao, de cuyas historietas y humor gráfico hablamos en el artículo anterior, subió el día siguiente, 15 de noviembre, una página de sus historietas sobre la guerra ofensiva chilena o “pacificación”. 

José Huichaman Estay subió ilustraciones anteriores inéditas. Claudio Huenchumil subió una ilustración titulada “Nguillatun”.Carlos Carvajal Carvajal una ilustración de una mujer mapuche que podría titularse “Arauco tiene una pena”, canción de Violeta Parra que fue compartida y difundida con frecuencia en los días posteriores. Francisco Visceral subió dos ilustraciones muy sensibles, quizá motivadas especialmente por el asesinato de Catrillanca.

Carlos Carvajal
Bloque Social de Rearme

La ilustración “Justicia”, del Bloque Social de Rearme, es de las pocas que encontré de afichismo que usa el dibujo en vez de la foto. Sobre la línea de “crítica a chile” las encontradas expresan la crítica profunda y el rechazo histórico, más allá del gobierno actual de Piñera, a todo el sistema o establecimiento pos-pinochetista, pues de hecho es el rechazo que se ha dado en la sociedad. Aparte de las sátiras ya instituidas de un autor como Malaimagen, o también Juanelo, que recurren sobre todo a la sorna sobre los discursos oficiales.

Ernesto Pittore
Pato Mena
Maliki

Lo que quizá sea nuevo, dentro del género en chile, sea cierta aceptación del tono serio y a veces revulsivo de los dibujos y textos, o más bien la indignación con rabia, recordar con ira.  Este énfasis ya viene hace tiempo, en diversos autores y autoras, pero es con hechos indignantes de parte de lo oficial cuando la sociedad pareciera necesitar discursos que no solamente la hagan reír (o creer que puede reírse del poder), es decir admitir la necesidad de ampliar su lectura y sus códigos. Sin embargo, y como en ocasiones anteriores, el contexto no ha cambiado, la indignación se disuelve, y la opinión gráfica no es tenida por la sociedad en general como un modo de pensar, sino como una distracción pensante, a lo más. La primacía de lo tradicional en la caricatura de prensa está movilizada especialmente por ideas y medios de derecha, o asociadas a la defensa del orden, cuyos autores en estas ocasiones no se pronuncian en contra de sus patrones (bueno sería equivocarme).

Francisco Visceral Rivera